OPINIÓN
Desperta ferro
Despierta, España, no dejes que te engañen siete votos
Los almogávares fueron tropas que lucharon para el Reino de Aragón y, a la hora de lanzarse al ataque, o bien se animaban unos a otros con este grito o bien intentaban predisponer el temor en sus adversarios haciendo chocar sus espadas contra el suelo levantando chispas mientras rugían, «desperta ferro». Y así, bajo el patrocinio de San Jorge, llevaron las fronteras aragonesas hasta los más recónditos lugares del hondón mediterráneo.
Las fronteras marcan mucho la vida. Nosotros lo sabemos bien porque en Cádiz son varios los municipios que llevan junto a su nombre además lo «de la Frontera», como pasa con Arcos, Castellar, Conil, Chiclana, Jerez, Jimena o Vejer. También los sevillanos tienen un Morón de la Frontera, los onubenses un Palos o un Rosal de la Frontera, Córdoba su Aguilar o Málaga su Cortes de la Frontera.
Andalucía es la comunidad española que más provincias tiene fronterizas. Huelva con Portugal y la mar; Cádiz con la vergüenza de Gibraltar y dos mares, mire usted; Málaga y Granada con el Mediterráneo, como Almería que llega hasta Marruecos teniendo Alborán por en medio. Como Ceuta y Melilla, con Marruecos y el Estrecho; o Murcia, Valencia y Baleares, puro Mediterráneo; Cataluña con Andorra, Francia y ese viajado mar de oriente; Aragón y Navarra también con Francia, como Guipúzcoa que luego baña su costa con el Cantábrico por Vizcaya, Cantabria y Asturias; o Galicia con Portugal y más mar; o Castilla y Extremadura también con Portugal. O Canarias con su mar y antes con el Sáhara, que ahora, tras Sánchez, vaya usted a saber qué es. Y finalmente, Madrid, que con su aeropuerto es posiblemente la frontera más transitada de España.
O sea, que, de cincuenta provincias, más de la mitad somos frontera, lo que merecería hacernos reflexionar constantemente que ni somos ni nos sentimos más ni menos que los que vivan al otro lado.
Cuando los romanos llegaron a esta tierra la llamaron Hispania desde el Mediterráneo hasta las mismas orillas del proceloso mar océano. La historia nos trajo después a los bárbaros que, precisamente, aprovechándose del desmoronamiento de Roma, y provenientes en su mayor parte de Oriente, con sus constantes luchas internas, pronto se olvidaron de la frontera dejando abiertas las puertas a un pueblo nuevo y a una nueva fe, también de Oriente, que, llegados hasta el Norte, con los años volvieron a dividirse de nuevo cayendo hacia el Sur. Demasiadas peleas orientales desde entonces para no dejar impregnado nuestro ADN nacional.
Esta España nuestra regada de Oriente, sí, pero de buscada vocación occidental, volvió a hacer suya de nuevo la frontera llevándola hasta el infinito al romper las míticas columnas de Hércules haciéndonos grandes y respetados al tiempo que en su seno crecían artes, derecho, razón, cultura, pensamiento, comercio o política internacional.
Ahora otra vez, unos cuantos iluminados orientales, aldeanos de lo suyo y pretendientes de taifas, aprovechándose de la debilidad del gobierno que todo lo da con tal de seguir, nos tienen enervados en ese afán y pretenden desmantelar de nuevo la vieja Hispania. Qué cansancio más pesado.
«Desperta ferro». Despierta, España, no dejes que te engañen siete votos.
Es curioso, Aragón tuvo una manera de coronar a sus reyes muy peculiar, reyes que fueron también de Cataluña, Valencia y Baleares: «Nos, que somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos, os hacemos rey de Aragón si juráis los fueros y, si no, no.»
Pues eso, que se recuerde que nos juntos valemos más que vos, que su novedad es una antigüedad y que, si dejan de tensar tanto la cuerda, podremos vivir todos en paz. Que ya está bien de tanto karaoke traductor y de mirarnos tan ufanos de sí mismos, porque, ojo, juntos nos, valemos más que vos.
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