La Defensora del Lector
¿Dónde están las buenas noticias?
Es responsabilidad del redactor asegurarse de que se han tomado las decisiones sobre temas y enfoques por los motivos adecuados, y no dejarse llevar por el ruido de las redes
La responsabilidad del lenguaje (5/3/2023)
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Lamenta la lectora Inmaculada Manso la falta de noticias positivas en el periódico, y la imagen negativa que se ofrece de la realidad en los medios, incluido ABC. No en vano, algunos estudios recientes ponen de manifiesto que los ciudadanos están evitando el consumo de noticias para proteger su salud mental. Este planteamiento puede llevar a cuestionar los criterios para la elección de las noticias publicadas o su enfoque, y también, en último término, la responsabilidad del periodismo en el clima de polarización en el que vivimos. Porque, es evidente, el contexto es importante, y en los últimos años el deterioro del debate político, así como las consecuencias sociales y económicas de la pandemia y la crisis subsecuente, han elevado el tono de la discusión pública que, en ocasiones, se ha tornado irrespirable.
Al contrastar la percepción de esta lectora con Agustín Pery, director adjunto del periódico, he encontrado una corriente de adhesión significativa. Pery reconoce que a veces se evita proponer noticias positivas ante el temor de suscitar interpretaciones erróneas sobre afinidades que no existen. Cabría sopesar, precisamente por la novedad que suponen, la inclusión de historias que denotan aspectos positivos sobre la sociedad o la ciudadanía, aunque traten de una empresa o de una institución concreta. Pero ante todo, emerge como primordial el buen ejercicio del deber de informar, que en ocasiones obliga a contar algo, aunque vaya a ser percibido como negativo o preocupante. El director adjunto defiende que la relevancia es el principal criterio de selección de noticias y enfoques, sin que su carácter positivo o negativo sea un elemento de peso en la decisión de publicar.
Mientras que en el ámbito informativo está más claro el imperativo de la actualidad, Pery señala que en su opinión podría haber más flexibilidad para dar cabida a otros temas o enfoques. Si bien quienes escriben tienen libertad a la hora de escoger sobre qué opinar, las redes sociales pueden adquirir un protagonismo inusitado e indeseado en su elección, según sostiene José F. Peláez, uno de los columnistas más destacados del periódico. No siempre se es consciente del modo en que plataformas como Twitter distorsionan la correcta identificación de un tema como importante, y el propio Peláez reconoce que la tensión del impacto posterior del texto en redes puede llevar a un columnista a escribir, una vez más, sobre el político de turno en lugar de otros temas que puedan tener más calado o trascendencia.
Se puede producir así un doble efecto negativo: que por un lado, y quizá bajo la ilusión de tomar decisiones libres, se esté siguiendo el camino marcado por el algoritmo para seleccionar un tema; y por otro, que se termine escribiendo para contentar a esa parte de los lectores que nos siguen en las redes, lo que en general significa contribuir a alentar ese tono áspero, y en ocasiones excesivamente frentista, en el debate público, en detrimento de otros enfoques más constructivos.
El periodismo siempre será un ejercicio incómodo. Por ello, al lector no le debería producir rechazo que las noticias le incomoden o incluso le generen inseguridad. Pero es responsabilidad del redactor, y también de quien escribe una columna, asegurarse de que se han tomado las decisiones sobre temas y enfoques por los motivos adecuados, y no dejarse llevar por el ruido de las redes que, a la larga, no hace justicia al compromiso con los lectores. El periodismo responsable exige al profesional ser consciente de sus posibles servidumbres, que a veces pueden ser tecnológicas, con el fin de no infligir un daño gratuito a los lectores.
Los periodistas no están libres de sentir la presión excesivamente negativa del entorno sobre el que informan. Cabría en este sentido hacer esfuerzos personales y organizativos para mitigar la presión de las redes, que representan muy parcialmente a la sociedad y al estado de opinión. Y por supuesto, aplicar con rigor la relevancia como criterio también obliga, en ocasiones, al ejercicio incómodo de abordar una noticia positiva que hace justicia a una realidad compleja donde conviven lo bueno y lo menos bueno.