OPINIÓN
Teoría de la evolución
Las cadenas de televisión segmentan, las marcas personalizan, y nosotros seguimos eligiendo bandos
Elija un bando.
No lo piense demasiado, el tiempo vuela. En cualquier momento puede estallar esta guerrilla, sea la que sea, y nos encontrará divididos: hermanos contra hermanos, vecinos contra vecinos. Así que, ¿qué espera? Elija bando.
La última batalla nacional, desencadenada por unas declaraciones ... de Mayor Oreja, ha dividido a la población entre creyentes y científicos.
Por lo que he rastreado personalmente, tanto unos como otros parecen tener sus motivos para eliminar de la ecuación aquello que permite que ambas posturas se complementen. Palabras como «compartir», «unificar» o «sumar» parecen estar ausentes en este tipo de debates. Así que, si usted cree estar fuera de esta dicotomía, debo advertirle: no puede estarlo. Y su lucha por mantenerse al margen será etiquetada como tibieza, despreciada por ambos bandos.
No se engañe: esto no es ideológico, aunque intenten hacérnoslo creer. Es simplemente una versión más del «divide y vencerás». Esta táctica impregna todos los aspectos de la vida: nuestras creencias personales, sean religiosas, espirituales o políticas, incluso nuestros hábitos de consumo.
Hay marcas que consumen unos, equipos de fútbol que siguen otros. Cada grupo encasillado en su bando, en su fuerza colectiva. Porque, al final, no es política. Realmente no importa si uno cree o no en Dios. Eso no determina nada. Pero la división, amigo mío… esa división, ese polvorín a punto de estallar, es oro puro para los poderosos.
Hoy es el supuesto debate entre creyentes y científicos. Mañana será otra cosa: seguidores de Pablo Motos contra quienes buscan bronca. Las cadenas de televisión segmentan, las marcas personalizan, y nosotros seguimos eligiendo bandos.
Elija bando y, de paso, conviértase en el mercenario perfecto o en el consumidor ideal. Créame: hay perfumes para progresistas y marcas de café para conservadores.
¿Y todo esto por qué? Porque no importa quién nos creó. Si eso realmente importara, no habría médicos creyentes ni cirujanos salvando vidas con fe y ciencia a la vez. Pero aquí estamos, poniendo toda nuestra energía en debates inútiles.
Antes de terminar, permítame un consejo: elija bando, pero hágalo bien. Tenga cuidado, porque las acciones que realice para defender su postura determinarán su vida.
Yo elegí bando hace tiempo. Y aprendí que se pueden salvar vidas siendo creyente. Que se puede ser científico y tener fe. Y, del mismo modo, se puede ser ateo sin parecer inbecil.