OPINIÓN
Subiendo peldaños
Me causa cierta tristeza escuchar el desprecio con el que algunas personas hablan de las zonas turísticas, como si aquellos que trabajan allí carecieran de alma, de recuerdos, de memoria
Hace poco emprendí una reconversión en mi vida, un cambio profundo, una suerte de metamorfosis interior con el propósito de abrazar la humildad. Quería llegar a ser más humilde, mucho más de lo que mi ego me había permitido hasta entonces, situándome al nivel de ... un aprendiz absoluto en todo.
Creo que ha sido un acierto, sobre todo ahora que dedico gran parte de mi tiempo a trabajar con libros, a crearlos, a colaborar con personas. Las ideas se plasman en los libros, pero nacen en las mentes de las personas. Y con una mentalidad humilde, uno se abre a aprender de ellas constantemente.
Tengo el privilegio y la fortuna de conocer a gente maravillosa: desde quienes entregan cuerpo y alma a la industria creativa, especialmente la editorial, hasta aquellos con un bagaje vital tan rico que, tras muchos años, deciden dejar su legado sobre el papel.
Recientemente, en la editorial hemos tenido el honor de trabajar codo a codo con el gran Pepe Ruiz, una figura consagrada en el mundo hotelero, testigo de la creación, crecimiento y esplendor del complejo turístico Novo Sancti Petri, en Chiclana de la Frontera.
Para explicar mejor lo que quiero transmitir, debo remontarme a los años noventa o noventa y uno. Mi padre había llegado a Chiclana para trabajar en el Royal Andalus, junto a Pepe Ruiz. En aquel entonces, no había nada; como se suele decir, todo era campo.
Pepe narra de manera exquisita esos primeros pasos del Novo en su reciente libro, Peldaño a Peldaño. Mientras leía el manuscrito, no pude evitar reflexionar y llegar a una conclusión, una hermosa conclusión: cómo los libros, al final, nos conducen a encontrarnos con nosotros mismos. Hace poco, Pepe me contaba todo lo que le había evocado el acto de escribir sobre su propia vida, y yo he querido compartir lo que sentí al leer su biografía, especialmente lo que sucede a partir de los años noventa.
El libro es también un manual excepcional para quienes deseen comprender cómo vive un auténtico director de hoteles, entregado por completo al servicio al cliente. Sin embargo, el talento de Pepe va mucho más allá: es el testimonio de alguien que ha ascendido peldaño a peldaño hasta forjar una estrecha relación con el mismísimo Juan Llul, presidente y fundador de Hipotels, uno de los pioneros del desarrollo turístico en Chiclana.
Como se me da mejor escribir que hablar, me permito el privilegio de expresar esta semana hacia dónde creo que me lleva este viaje. Quizá, sin darme cuenta, estaba buscando reconectar con el paisaje emocional de mi niñez, con aquello que nos moldea, para bien o para mal. He vuelto a soñar con la sensación de correr descalzo sobre las dunas, de sentir la arena bajo mis pies, y con la comprensión temprana de que el turismo significa escuchar idiomas diversos mientras juegas en la playa, con toda la riqueza que eso implica. Fui testigo, aunque no lo entendiera del todo en aquel momento, de muchas de las escenas que Pepe describe en su libro, relacionadas con el mundo hotelero.
Me causa cierta tristeza escuchar el desprecio con el que algunas personas hablan de las zonas turísticas, como si aquellos que trabajan allí carecieran de alma, de recuerdos, de memoria. Este libro reivindica lo que algunos llaman «no-lugar» o «zona de tránsito», donde la identidad local se diluye y las tradiciones se desvanecen. Sin embargo, en esos espacios donde todo es posible, donde convergen todas las nacionalidades, también se forjan los recuerdos de niños que caminan descalzos por la arena, de hijos que ven a sus padres esforzarse cada día para dar el mejor servicio, para construir un hogar.
Mi padre, que también se llama Pepe, continuó en otros negocios no muy alejados del ámbito hotelero. Hace un par de años tuve la oportunidad de reencontrarme con un Pepe Ruiz más maduro, en una conversación en la que mi padre actuaba como mediador. Hablábamos sobre el significado del Novo Sancti Petri, y de esa charla surgió la idea del libro. Supongo que Pepe también habrá conocido a un Dani diferente, alejado de aquel niño curioso y travieso que vivió esos años con los ojos y la mente abiertos. Aunque, claro, esa mente sigue ávida de sueños, como era de esperar de alguien criado entre constructores de sueños.
Ahora que la vida me ha dado el privilegio de rodearme de personas que me enseñan más de lo que merezco, tendremos en la editorial la alegría de organizar una presentación para Pepe Ruiz en un lugar tan emblemático como el Hipotels Barrosa Palace, con la presencia del mismísimo señor Llul. Estoy seguro de que este será un capítulo importante para ambos, en el largo e inesperado libro de la vida.
Gracias, Pepe, por ayudarme a subir un peldaño más.