OPINIÓN
Soñar para ser revolucionarios
Hablar de sueños no está bien visto porque vivimos en una sociedad descreída, pero, sobre todo, desposeída
Afortunadamente, aún se puede encontrar en YouTube un vídeo en el que Denzel Washington ofrece una charla inspiradora a los estudiantes de la Escuela de Teatro de Nueva York. Para quienes han reflexionado sobre la constante búsqueda de un sueño, es una pieza que no ... se pueden perder.
Los sueños son el motor que impulsa nuestras vidas. Aunque la charla de Washington puede parecer influenciada por la religión, no se dejen llevar por las apariencias; escúchenla hasta el final. A través de sus palabras, se percibe un profundo pragmatismo y el peso de la experiencia de un actor que se ha forjado a sí mismo en una jungla llena de una fauna variada, en su mayoría despojada de su esencia más humana.
Es imprescindible tener la mente bien amueblada para aceptar los fracasos que pueden surgir en una carrera actoral o incluso para manejar la fama. Por eso, creo que Denzel Washington otorga tanta importancia a los sueños, al propósito personal y a las metas. Especialmente a las metas.
Muchos comprenderán de lo que hablo, aunque el perfil del soñador o del iluso no esté bien visto. Intenten sacar el tema en una conversación familiar o entre amigos. Hablen de sus sueños; los mirarán con desaprobación, como si fueran unos «magufos».
Hablar de sueños no está bien visto porque vivimos en una sociedad descreída, pero, sobre todo, desposeída. Como he mencionado en otras columnas, es alarmante la tendencia de los nuevos políticos en nuestras democracias autoritarias a ejercer un dominio absoluto.
Existe un afán desmedido por controlar cada parcela sobre la que se asienta nuestro ego. Y, lo más ridículo, el intento de controlar nuestro espíritu y poder como seres humanos.
No se den por vencidos, no se dejen engañar. Aprovechen las bellas y tranquilas noches de agosto para soñar despiertos, solo un ratito antes de dormir profundamente: con ese trabajo mejor, esa posición que desean alcanzar, esa persona que saben que conocerán algún día. Déjense seducir por los sueños y no pierdan de vista la esperanza de que se cumplan, por muy loco que parezca.
Por eso, creo que soñar y perseguir nuestros sueños, basándonos en metas y objetivos, es un acto revolucionario. No es lo mismo soñar con ser revolucionarios que soñar para ser revolucionarios. Son dos cosas completamente distintas, pero a la vez complementarias.
Para finalizar, me gustaría que recordaran, cuando intenten, como buenas personas, sacar algún tipo de rentabilidad de sus sueños, aquella célebre frase de Eduardo Galeano: «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».
Ver comentarios