OPINIÓN
Nuestro sambenito
Contamos con patrimonio natural y cultural, una historia multicultural que ha dejado un legado patrimonial importante difícil de superar
Hace unos años llegué a la conclusión de que siempre que me sentaba a escribir lo hacía pensando en un tipo de lector. Tras mucha práctica, comprobé que, dependiendo de a quién tuviera en mente, podía terminar golpeando las teclas o creando textos elaborados y ... sensibles.
Hoy me dispongo a escribir pensando en un leve murmullo. No puedo determinar exactamente a quién va dirigido esto, quizá a todos aquellos que hablan por puro desconocimiento. Resulta llamativo comprobar cómo en España sigue habiendo personas que eligen ser analfabetas libremente.
Lo llamo murmullo porque siempre han sido voces que nos han disparado desde diferentes trincheras, muchas veces difíciles de localizar. Los años que mi familia y yo hemos trabajado en el sector turístico me han dado el privilegio de conocer a gente de todo tipo, «gente de fuera». Me siento con autoridad para recordar cómo nos han estado viendo las personas que han ido llegando y hemos recibido con los brazos abiertos.
En un día como hoy, es bueno recordar la riqueza que tenemos a todos los niveles. Contamos con patrimonio natural y cultural, una historia multicultural que ha dejado un legado patrimonial importante difícil de superar. Eso ya lo sabemos. El turismo nos ha permitido mostrar todo. Nos ha permitido compartirla. Y ha creado envidia, no les quepa la menor duda.
Pero yo, que he crecido escuchando cosas como «habláis mal como el presidente, Felipe González» o «mira qué graciosos sois hablando, tenéis mucho arte, repíteme esa frase con ese acento tan gracioso», o leyendo el típico titular en el que se obligaba al presentador andaluz de turno a cambiar el acento para «trabajar» en una cadena a nivel nacional, o incluso que «somos unos flojos», me he cansado. Para mí se acabaron las capturas de pantalla viral en las que explicamos que Picasso y Lorca eran andaluces. Hemos convertido el día de Andalucía en una jornada para demostrar que los andaluces no somos unos paletos.
A nuestra generación no se nos explicó por qué teníamos que cargar con este sambenito. La gente llegaba a nuestras playas, chiringuitos y pueblos costeros, recordándonos durante parte de los noventa y principios de los dos mil lo gracioso que éramos y lo bien que se nos daba la hostelería; aquí éramos todos unos artistas y monstruos contando chistes. Nosotros lo asumíamos con dignidad. Y también hemos cargado el sambenito de la lucha contra el narco en muchos pueblos costeros. Una lucha por cierto contra corriente. Después de todo, por algún lado tenía que entrar todo lo que se fumaba y fuma en Europa.
Quizás los que siempre han obedecido al capataz en el campo, tenían muy bien aprendido lo de callar y trabajar, y sobre todo en empresas poco competitivas por falta de infraestructura decente en comparación con otras zonas de la península. Pero para nada ayudó el preconcepto impulsado por el independentismo catalán, que veía bien pisotear a los andaluces para mejorar su propia imagen. No me lo invento, palabras textuales de Jordi Pujol: «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico, es un hombre destruido, es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». Aunque pidió perdón en el 97, no lo hicieron los cientos de miles de catalanes que votaron a gentuza como esta.
Lamentablemente durante un tiempo nos creímos este preconcepto como si fuera cierto. Ya saben lo que decía aquel famoso propagandista nazi: una mentira repetida mil veces puede llegar a convertirse en verdad. Y seguro que hemos votado cuarenta años, así en plan dictadura, al socialismo porque nos creíamos unos miserables. Hacen falta unos años más de derecha para calmar los cuarenta años de socialismo y estropicio.
Los andaluces hace tiempo que nos hemos levantado. Aquellos que trabajaban en bares y chiringuitos en los noventa han creado empresas, son autónomos y votaron el cambio hace unos años. Ya no hay propaganda que nos detenga. La gente de bien, tal y como pasaba hace poco en Barbate, sale a la calle a defender su imagen con dignidad. No hay tanquetas que nos detengan. El andaluz es un ciudadano que está reconstruyendo una tierra saqueada, parador de sinvergüenzas. Cortijo de delincuentes.
Feliz día de Andalucía a todos.