OPINIÓN
Salir de la crisálida
Llevo un tiempo meditando sobre ese sufrimiento que nace del dolor, de la incomprensión y de la ignorancia
Seguramente no lo recordarán, pero hay una escena en uno de los capítulos de la famosa serie «Perdidos» en la que John Locke le explica a Charlie Pace una metáfora muy oportuna sobre las sufridas etapas que atraviesa una oruga hasta convertirse en mariposa. Poco ... antes, Charlie había acudido a John para que le devolviera la droga que le había confiado, con el propósito de no caer nuevamente en la tentación.
Lo que intenta explicarle este personaje mentor es, en realidad, una hermosa historia sobre la metamorfosis de una mariposa, con el objetivo de reflexionar sobre el sufrimiento que había llevado a Charlie a convertirse en adicto a las drogas. Lo que acontece en la vida del personaje rockero no viene mucho al caso, y les animo a que vean la serie para descubrirlo. Sin embargo, está muy relacionado con una reflexión personal que me resulta relevante.
Llevo un tiempo meditando sobre ese sufrimiento que nace del dolor, de la incomprensión y de la ignorancia, ya sea por no tener los recursos necesarios para afrontarlo o porque el shock es tan traumático que a menudo es difícil superarlo con mecanismos internos. El dolor enquistado se convierte en sufrimiento de larga duración, de años, de décadas. Me ha pasado y le ha pasado a mucha gente. Llega un momento en que ese dolor está tan arraigado que al final se convierte en parte de uno, condicionándolo, moldeando su personalidad, sus deseos, sus anhelos, su visión de la vida y su sistema de creencias.
No es que hoy venga a practicar esa suerte de pornografía emocional que tanto abunda en las redes. Ni mucho menos. No necesito llamar la atención, sentir pena o justificar mis miserias. Simplemente vengo a decir que se puede salir de eso, y que, en el peor de los casos, pese a todo intento, puede que se conviva con ello por el resto de los días.
El dolor después del trauma genera culpa, un sentimiento de culpabilidad que no hace más que prolongar el sufrimiento. El sufrimiento llega para quedarse y hay que tener muchísimo compromiso con uno mismo, mucho apoyo del entorno, mucha educación, ayuda profesional, lo que sea, para salir de ese ciclo de culpabilidad.
Resulta sorprendente que una persona que haya pasado dolor o alguna situación difícil acabe por sentirse culpable. Pasa mucho más de lo que creemos; la culpabilidad está en todos lados, especialmente en una sociedad que tiende a inculcar culpa con el objetivo de tener ciudadanos miedosos y obedientes. La persona que vive en el sufrimiento y en la culpa busca muchas salidas, mucho alivio de esa culpa, porque ya está tan sistematizada, tan interna, que es complicado llegar al origen. Desde hace algún tiempo, también pienso que nos hacemos adictos y viciosos de multitud de cosas para aliviar ese sufrimiento. Cada cual con el suyo. Y no siempre somos los suficiente astutos como para elegir lo que mejor nos convenga para evolucionar.
Se puede salir de eso, o al menos eso creo hoy. La vida me ha enseñado que, al final, uno tiene que cambiar su manera de pensar, evolucionar y, sobre todo, aprender.
Me queda el consuelo de que en algún momento he salido de esa crisálida, y no sé si para convertirme en mariposa o en polilla, quién sabe. Pero estoy seguro de que, por muchos años que pasen, nunca es tarde para perdonarse a uno mismo, dejar de lado las culpabilidades y quererse como nadie. Trabajando día a día para crear una seda bonita, conviviendo con la incertidumbre de no saber en qué te vas a convertir.
Vivo con esa certeza, y daría la vida por ella, por varios motivos. Para empezar, hace falta mucho amor, el más profundo, para salir del sufrimiento. Para mí, es una evidencia, y prueba de ello son mis dos preciosas mariposas, las que más quiero y querré el resto de mi vida. Y ese amor tan profundo, que no se si encuentra suficiente espacio en mi pecho, me da la energía para seguir transformando todo ese sufrimiento que algún día oscureció mi camino.
Esta nueva forma de vivir, lejos del sufrimiento, me ha enseñado también que parte del sentido de vivir exige el compromiso de dar sin pedir nada a cambio, que vendría a ser como una especie de recarga continua de amor. Así que espero que esto que he escrito hoy le sirva a alguien para escapar del sufrimiento, de la misma manera que en algún momento a mí me sirvió algún mensaje similar.
Ver comentarios