OPINIÓN

Soy del partido de las familias

Los poderosos también tienen familia y saben que si nos damos la mano y salimos a organizarnos podremos con todos

Hablar de política es poco habitual, considerando solo el eslogan o el titular del momento. Los participantes intentan llevar el discurso a su terreno, sin considerar los múltiples factores que influyen en la toma de decisiones para optar por una u otra opción. Además, últimamente, ... el debate parece centrarse inevitablemente en lo puramente emocional, satisfaciendo los instintos más primarios.

Creo que antes no era así. Pienso que hace unas décadas se planteaban muchas más acciones pensando en el largo plazo, respetando las estructuras que conformaban la sociedad y el estado, y cuidando y respetando la democracia, así como a todas las personas que convivían en el estado democrático.

Los programas políticos, las tertulias televisivas y las columnas están, en realidad, contaminados con un humo tóxico que mezcla desencanto y falta de valores. A menudo se piensa que "nada sirve para nada" o que "para qué votar a ese, si va a robar igual". Y si roban, no pasa nada, porque los otros han robado más…

Ya me habréis leído en otros artículos un atisbo de admiración hacia ellos, quienes sean, me da igual si rojos o azules. Tiene mérito llevar a cabo ese plan, cualquiera que sea, que están ejecutando los poderes en la sombra. Lo han conseguido; nos han amargado tanto la vida que creemos que no hay escapatoria. Así que, ¿para qué votar? Total, ¿para qué elegir?

Aunque desencantado con todo, paradójicamente, hace un año me involucré en el AMPA del colegio de mi hija, para hacer algo, aunque no sabía muy bien qué. Me presenté a la directiva de esa asociación sin haber militado nunca en ninguna. Me eligieron presidente, siendo yo la persona más desapercibida y con menos liderazgo de cuantas conozco. Aunque me había ofrecido como voluntario durante el curso escolar en algunas de sus actividades, no tenía mucha idea de qué función tenía la directiva de una asociación de madres y padres de alumnos.

He aprendido. Eso es lo que tiene hacer cosas nuevas, de las que uno no tiene ni idea de cómo funcionan. Y he conocido las circunstancias personales de muchos padres y madres. Resulta ingrato saber que una asociación tiene muchísimo trabajo y responsabilidad, para hacer muchas cosas que al final nadie va a valorar, y que otras personas con mucho más poder y libertad de elección pueden solucionar rápidamente. Incluso existe la posibilidad de que se te echen encima para corregirte, para reclamarte lo mal que lo has hecho.

Es ingrato. Pero, hoy en día, no me arrepiento de haberme presentado a esa directiva. Y creo que habría que estar en ese lugar para entenderme, para entender a los que han estado antes que yo, a los que están en otras AMPAS.

Hay que rascar horas, dejar de lado asuntos personales, incluso tu propio ocio, porque es una carga más, una responsabilidad que no te va a dejar dinero. No es un trabajo, es una responsabilidad gratuita. Habría que ser muy tonto para dedicar tiempo y esfuerzo a algo que no te va a reportar nada económicamente. Además, teniendo poco tiempo libre y trabajos a tiempo completo. Habría que ser estúpido.

Todo para sortear cientos de dificultades antes de completar actividades con el centro. Preocuparse porque la economía de la asociación funcione, que se paguen esas cuotas, organizar fiestas y actividades. Reclamar más colaboración, casi coaccionando a los demás voluntarios. Nunca es suficiente, no hay más dinero para conseguir lo que queremos para los niños y muchas cosas a las que se compromete la administración no llegan, hay que lucharlas. Hay que pelear por ellas y hay que sentarse, mandar correos electrónicos y llamar por teléfono para recordar nuestro sitio dentro del sistema. El de nuestros hijos.

La familia es lo más importante. Lo veo en sus caras, en las caras de esas madres que sacan una sonrisa diaria para acompañar de la mano a sus pequeños al colegio. Pese a lo duro que es todo, no pierden la alegría. En las caras de esos padres que salen pitando; no hay tiempo para conciliar, pero pueden rascar alguna hora para repartir un desayuno andaluz. Me representan sus ojeras, su ternura cuando aportan la cuota y ayudan con lo que pueden. Me estoy ayudando porque soy ellos.

En realidad, no nos tienen tan separados como creen. Los poderosos también tienen familia y saben que si nos damos la mano y salimos a organizarnos podremos con todos. Nos tienen respeto. Por eso lo hago, porque sirve.

Y lo hago por mis hijas, por el respeto de sus condiciones, y el de sus amigos. Y porque sé que en algún momento alguien entenderá que hace falta una opción política que defienda de verdad a todas las familias. Y les votaré el primero.

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