OPINIÓN
La madre de todas las guerras
Subyace, aunque no queramos ni olerlo, una problemática derivada de nuestro estilo de vida hiperconectado. En el que sabemos a cada minuto qué está pasando en cada parte del mundo, o al menos lo creemos saber
Cada semana me enfrento a la página en blanco pensando que no me calentaré, que escribiré cosas bonitas, emotivas, nostálgicas. Tengo que decir en mi defensa que, de la veintena de artículos que he publicado, esto solo se cumple en el dos por ciento de ... los casos, y no es por mi culpa.
Hace poco, hablaba sobre mi hartazgo en relación con cómo resonaban unos tambores de guerra potenciados por algunos líderes europeos. Y pocos días después nos enterábamos de que Irán lanzaba unos cuantos misiles a Israel.
La grandilocuencia con la que allí anuncian los ataques, ya se ha visto a lo largo de la historia, unida a la ya instaurada psicosis social de Occidente, hace que percibamos este bombardeo como el inicio de una Tercera Guerra Mundial. Yo no quería, pero así lo dice el trending topic en la red social X.
Tampoco quisiera yo convertir mi columna semanal en el paraíso de los optimistas innatos. Pero pareciera que tienen más ganas de guerra la multitud de usuarios de Twitter que el propio Ayatolá Jamenei. Horas después del «gran ataque», anunciaban que el régimen sionista no quedará impune y que además lanzarán un ataque con un arma nunca vista...
En fin, me resulta extraño, un poco esquizofrénico todo. Uno escucha la radio, lee periódicos, escucha podcasts, sigue a gente que se supone que entiende de geopolítica. ¿Para qué? Para que en el timeline de cualquiera de estas redes sociales se alternen noticias del susodicho Jamenei con algún vídeo de Álvaro Ecassi dentro de alguna caseta de la feria de abril bailando, viniéndose muy arriba, cubata en mano. A uno le entran ganas de volver también muy arriba en el timeline para ver el destello de los misiles. Y más sabiendo que se han parado casi en su totalidad en el aire.
Se habla también desde hace un tiempo de una segunda guerra fría, no se sabe todavía muy bien contra quién. Pero yo auguro, ya que más o menos se me está dando bien visto lo visto esta semana, que en el futuro será, no sé, por poner un ejemplo; «la madre de todas las guerras» ¿no?
Subyace, aunque no queramos ni olerlo, una problemática derivada de nuestro estilo de vida hiperconectado. En el que sabemos a cada minuto qué está pasando en cada parte del mundo, o al menos lo creemos saber.
También relacionado con la feria de abril (qué grandes momentos nos dará esta semana) está un ataque furtivo a la ministra María Jesús Montero, que mientras se bebía su rebujito, ataviada con un traje de flamenca rojo, se veía asaltada por algún usuario de eso que llaman la extrema derecha, llamándola traidora. Y ella sonriente decía: «¿Traidora, yo? ¿Por qué?» Entiendo que eso en plena feria, con rebujito encima, como que no se puede contrarrestar con una capacidad de respuesta elocuente. Seamos serios, que quizá esto empieza a oler a extrema derecha caniche.
Entre declaraciones de interventores de la ONU, aparecía también en alguna cabecera la bella rima que le han dedicado en un escrache caniche a Pedrito: «Por 7 votos tienes el culo roto». Y así lo repetían como veinte cabeceras más.
Pero supongamos que todo lo que sale en España con relación a esta subversiva derecha caniche en realidad es para tapar algo más sobre el Delcygate. Y que cada anuncio de Guerra Mundial es en realidad una cortina de humo para justificar subidas agresivas al precio del carburante.
Pensemos por un momento que tenemos un Gobierno nacional corrupto por completo y un liderazgo internacional que marca precios según el miedo que tenga la población en general. Tendríamos, quizá, la guerra de todas las guerras encima, cierto. Pero el día de mañana estudiarían esta guerra como «la guerra contra nosotros mismos». Que acabó más mal que todas las demás, en el ultimo momento, solo cuando nos atrevimos en masa a apagar todas las pantallas, para empezar a vivir la vida real.
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