OPINIÓN
La extrema derecha Z
Creo que es, simplemente, una nueva etiqueta para una hornada de pequeños ciudadanos que empiezan a hablar de capitalismo gracias a los tutoriales que han visto en YouTube
Resulta llamativa la deriva que está tomando nuestra querida sociedad occidental, hasta hace poco símbolo de progreso y bienestar. Desde que decidimos cambiar los Doritos y las carcasas de móvil por un mínimo de pensamiento crítico, la caída es libre.
Habría que tener en cuenta ... al nuevo votante que, aunque parezca que no, algo decide también. Este nuevo votante, más joven, ya fue precursor de grandes cambios políticos para mal, allá por el año 2010 o por ahí, cuando todavía no nos habíamos dejado seducir por aquel líder mesiánico que compraba ropa en el Alcampo para dar ejemplo. Después cambió los calzoncillos baratos por un chalé de seiscientos mil euros. No se podía esperar menos de una historia de éxito político en nuestro país, o si no lean un poco de nuestra historia. Tendrá que pasar otra generación para que los más jóvenes, los nuevos votantes, vuelvan a dejarse seducir por ideas bolivarianas y peregrinas. Ahora parece que el turno es de los otros.
Para la generación Z yo ya soy un pureta, aunque no tanto como para que me tomen en serio. Es habitual en nuestra generación, la mía, la Y, andar por la calle vestido de Pull & Bear y sin hipoteca, haciendo uso del consumo low cost como alivio sintomático para lo que llaman «crear un patrimonio familiar». Los privilegiados estamos procreando, pero como mucho les dejaremos en herencia una cuenta de Wallapop surtida de todas esas mierdecillas que hemos comprado para aliviar nuestra crisis existencial.
Dicen que las tendencias de Estados Unidos nos llegan con cuatro o cinco años de retraso. Así que no me lo creo. No me creo a la extrema derecha. Lo siento, pero no. Creo que es, simplemente, una nueva etiqueta para una hornada de pequeños ciudadanos que empiezan a hablar de capitalismo gracias a los tutoriales que han visto en YouTube. Tienen por héroes a influencers multimillonarios que se pasean por Andorra con la churra fuera. Es más de lo mismo: gente confundida buscando referentes épicos, dignos de elogio o de voto. Otra generación perdida.
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