Opinión
Cuando los libros te salvan de arder
Han pasado unas cuantas décadas desde que mi madre me dejara el libro 'Sissi y el vals de Strauss' y me explicara cómo siempre guardaba algo de su sueldo de la pastelería para comprar libros
Hay un ejemplar de 'Sissi y el vals de Strauss' rondando por mi casa. Realmente, el libro siempre fue de mi madre y pertenece a una colección de literatura juvenil que lanzó Bruguera allá por los sesenta. Esta pequeña reliquia es del año 68 y ... se lo expropié a mi madre en una época en la que yo empezaba a tontear con esto de 'leer a diario' como si no hubiera un mañana; Leer a diario para empaparse de todo lo que queda por aprender.
Han pasado unas cuantas décadas desde que mi madre me dejara el libro, y me explicara cómo siempre guardaba algo de su sueldo de la pastelería para comprar libros, novelas románticas, revistas. Siempre invertía algo en leer, pese a que las circunstancias no le permitieron estudiar. Décadas después, yo trepaba entre las estanterías de casa rebuscando algo para mi edad; mi madre siempre me había dicho «léete lo que hay en casa y ya se te comprarán libros nuevos». Leí El Quijote y Hamlet con once años y no me enteré de nada. Pero ya ahí me había dado cuenta de que en algún momento me serviría de algo, como si fuera una especie de comodín mágico. Y vaya que me sirvió.
Paradójicamente, fui un cafre estudiando. Pero en al menos dos ocasiones tuve profesoras de lengua y literatura que me animaron a seguir escribiendo y leyendo. Y no es que lo siguiera haciendo porque me lo dijera nadie, sino que leer a diario un libro, cualquiera, me ha salvado de muchas cosas. Incluso de la hoguera.
Cuando dejé de estudiar y me puse a trabajar, tampoco perdí el hábito de la lectura. En esa época hacía poco más que salir a la calle y gastar lo poco que ganaba en libros. Nunca he mirado el precio del libro y también me aficioné a la compra de libros de segunda mano, en rastros, en librerías de viejo, simplemente por el placer de buscar y pasar el rato. Años después de dejar de estudiar, trabajé y monté mi primer negocio, y no ganaba dinero, vino la crisis del 2008. Pero me recuerdo tumbado en el sofá, de noche, después de una larga jornada, sin cobrar, sin ganar dinero, disfrutando de alguna lectura para acabar el día sumergido en otro mundo, en la piel de algún protagonista al que todo le salía bien. Después hubo una larga época de oscuridad que solo pude iluminar con amor y libros.
Algunos años después descubrí que había más gente como yo, que se había curtido leyendo. Que se había atrevido a escribir sus propios libros, y que además los vendían, explorando la posibilidad de conocer a otros lectores, pero poniéndose en la piel del escritor.
En cada noche de hospital, mientras cuidaba de alguien, en cada sala de espera, en el coche mientras hacía tiempo, en una cafetería tranquilamente tomando café, durante noches de insomnio, durante un largo viaje, sentado en una silla cómoda en la playa, acostado en el césped. En cada una de estas ocasiones me he visto acompañado de un libro. Porque, aunque muchos ven el libro como un objeto inerte y frío, yo lo percibo como un amigo que no te falla nunca y te habla donde quieras y cuando quieras. He aprendido con los libros, de manera autodidacta, y siempre he sabido que cualquier problema que he tenido alguien lo ha escrito para explicar una posible solución.
Y como conclusión, para terminar de explicar por qué siempre digo que los libros me han salvado de la hoguera, les contaré una pequeña anécdota muy visual. El día que se quemó el descampado de enfrente de mi casa, la policía hizo una ronda por nuestra calle desalojando las casas para escapar de un posible macro incendio en toda la manzana. Y siempre recordaré mi primer gesto, quizás un poco involuntario, cuando monté una especia de mochila de emergencia. Había un par de necesidades urgentes a cubrir, y eché mano de unos cuantos calzoncillos por si acaso, y aquel simbólico ejemplar de 'Sissi y el vals de Strauss' ya que sabía que solo un libro podría salvarme de la peor de las catástrofes: la interior.