OPINIÓN
Leer antes de enviar
Me hubiera gustado tomar la iniciativa de otra manera y no esperar a empezar una sección en un medio para darme cuenta de la importancia real de las palabras, para comprometerme públicamente con esto que escribo
Me dispongo a iniciar esta sección dando un consejo no solicitado. Para ello, he tenido que desempolvar el teclado y estirar bien mis oxidados dedos antes de escribir. Aproveché la ocasión para recordarme, y recordar a los lectores, aquel consejo que aparece en los mejores ... manuales de escritura: leer en voz alta antes de enviar el texto.
Esto se aplicaría a todo tipo de textos, desde columnas hasta correos electrónicos comprometidos. Somos lo que leemos y lo que escribimos. Por eso, antes de escribir, hay que pensar bien, y leer ayuda a pensar. Leer detenidamente lo que se quiere publicar es como aquello que siempre me dice mi madre: «Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar». Somos lo que pensamos, y leer nos obliga a pensar.
Me hubiera gustado entender esto cuando era más joven. Me he dado cuenta de que, para aplicar el consejo, cualquier consejo más o menos importante, diría yo, hay que librar una dura batalla con uno mismo. Quizá, debo reconocer que el orgullo me impide pensar antes de hablar. Quizá, debo entender que no todo lo que se escribe, por muy sincero que sea el texto, es bueno. Quizá, debo reconocer que uno no puede llegar a ser perfecto. Hay que conocerse antes de escribir.
Me hubiera gustado tomar la iniciativa de otra manera y no esperar a empezar una sección en un medio para darme cuenta de la importancia real de las palabras, para comprometerme públicamente con esto que escribo. Las palabras nos cruzan como cuchillos cuando van acompañadas de malos pensamientos, sobre todo cuando estallamos de ira. En este mundo escurridizo y estresante en el que vivimos, las palabras nacen en la mayoría de las ocasiones de una reacción puramente emocional. No tenemos tiempo para pensar antes de escribir.
No tenemos tiempo para pensarnos ni para elegir en qué pensar, o en quién pensar. Para pensar en aquellas personas que nos han marcado, que nos han dejado su legado en lo más profundo de nuestros corazones. No tenemos tiempo para emocionarnos con esas personas que queremos, que disparan nuestra creatividad, que crean en nosotros la necesidad de escribirles y decirles lo mucho que las queremos. Nos falta tiempo para pensar en aquellas personas sobre las que queremos escribir.
No tenemos tiempo para decir lo verdaderamente importante. No tenemos tiempo de pensar en eso que teníamos que haber dicho, en lo que nos hubiera gustado decir. En todas aquellas cosas que en algún momento de nuestras vidas marcaron un antes y un después. Hubiera sido bonito comentarlo, celebrarlo con algo digno que decir. Proclamarlo en un bonito discurso a modo de dedicatoria, en público, como en esas nostálgicas escenas de películas románticas.
Pero a veces no es solo el tiempo lo que falta, sino también el espacio. Por eso, hoy leeré muy bien este compromiso antes de enviarlo para hacerlo público. Me quedaré con él como un objetivo para empezar el año con buen pie.
Así no me olvidaré de decir esas cosas que tenía que haber dicho antes a las personas que más quiero. Aprovecharé para agradecerle a mis padres todas aquellas cosas que siempre han hecho por mí, porque puede que el día de mañana me arrepienta de no haberlo hecho. Aprovecharé para decirle a mi mujer y a mi hija lo mucho que las quiero, por si acaso algún día me guardan en su recuerdo o me leen. Que sepan todos que los quise, que pensé en ellos, que escribí sobre ellos, y que fue porque en algún momento de mi vida decidí leer muy bien lo que tenía que enviar para publicar. O pensar con sabiduría en lo que tenía que decir.
Para que sepan que amé, pensé, leí y escribí.
Ver comentarios