OPINIÓN
Mi yo argentino
Siempre he valorado el coraje de Milei, de enfrentarse a todo, prácticamente solo. Y que conste que no sé si lo votaría si estuviera en España
A mí me falta viajar a Argentina, a Buenos Aires. Sé que debería conocer primero los sitios de mi propio país, pero por alguna extraña razón siempre he tenido cerca alguna referencia argentina.
Seguramente pueda pasearme por Buenos Aires sin probar el asado argentino; quienes ... me conocen bien saben por qué. Sin embargo, estoy seguro de que tomaré mate en alguna cafetería y probaré el dulce de leche, el de allí, del que tanto dicen que es el mejor.
A principios de los dos mil, me hice amigo de un chico al que le gustaba el rock argentino. Gonzalo, no sé si seguirá con su grupo de música. Empezamos a quedar también con mi amigo Ezequiel para aprender algunos acordes, y casi siempre eran de canciones de grupos como Los Enanitos Verdes. A Gonzalo, aquel argentino que nos hablaba de por qué se fueron, de las asociaciones de argentinos para convivencias y la corrupción política, de todo lo que había vivido desde pequeño, le perdí de vista. Ya en ese entonces hablábamos de corralitos sin entender, al menos yo, las nociones básicas de cómo funciona una economía.
Nunca he sido muy aficionado al fútbol, pero en mi casa siempre se habla de aquella anécdota, de cuando mi padre trabajaba de relaciones públicas en un hotel de Chiclana. De cuando Maradona llegó para quedarse unos días y no querían que lo molestaran. Por aquel entonces, el Pelusa jugaba en el Sevilla, temporada 92-93, y el equipo venía a relajarse tras una trifulca en el campo. Mi padre se tomó muy en serio lo de la tranquilidad y suele recordar cómo algún periodista local se la guardó por no dejarlo colarse en el hotel para asaltar al genio con una entrevista.
Descubrí el cine argentino antes que la literatura, y no solo a través de actores como Ricardo Darín, que han cruzado el charco para darnos grandes interpretaciones en el cine español. Ya había visto alguna película de Campanella antes de todo eso.
No sé qué decir de Cortázar o Borges que esté a la altura de su legado. Quizá nunca sea un verdadero escritor porque no escribiré algo como «Rayuela». Pocas personas han logrado enfrentarse a todo, contra viento y marea, de manera literaria, tal y como lo ha hecho Hernán Casciari, el escritor que cuenta historias con ese acento de Mercedes del que nunca ha renegado, ni cuando estuvo forzosamente en Cataluña. Hace poco me enteré de que venía por España de gira, a leer cuentos. Algún día lo escucharé en directo.
Y en lo profesional: no negocien con un argentino, porque pueden acabar mal. Tienen la facilidad de la palabra, la oferta perfecta en la punta de la lengua. Y puede que terminen siendo amigos, si ustedes son buenos comerciantes. Buenos fenicios, como me decía hace poco uno de ellos, Leo. Él tiene más cultura histórica y más amor patrio por España que muchos de los que me rodean a diario.
No sé si será porque he tenido suerte, pero nunca me he llevado una mala impresión de la idiosincrasia argentina. Por eso siempre he valorado el coraje de Milei, de enfrentarse a todo, prácticamente solo. Y que conste que no sé si lo votaría si estuviera en España.
Como viene siendo costumbre, os cuento una historia relacionada con este político, que le escuché en una conferencia. Hablaba sobre el motivo moral que debería mover la política. El Peluca Milei contaba una enseñanza de un maestro de su infancia, que a modo de parábola les explicaba a sus alumnos la vida de unos animalitos con una fobia fatal al fango y la suciedad. Estos animalitos, cuya piel estaba muy cotizada, preferían morir apaleados y limpios a vivir sucios y en el fango, y cuando se veían acorralados entre el barro y sus cazadores, prácticamente se sacrificaban. Se entregaban.
Ojalá hubiera de eso aquí. A mí me parece que una persona con esa filosofía de vida sea de la ideología que sea, debería ser bien recibida en cualquier país, después de todo ha sido votado por la mayoría de los argentinos. Pero claro, siempre que ese país no esté en el fango total y absoluto.