OPINIÓN
El arca perdida de Puerto Serrano
Los mejores recuerdos y anécdotas nacen acompañados, porque compartir la experiencia la enriquece
Muchos de nosotros comenzamos a ver cine con regularidad para vivir cada día una aventura imposible. Se me ocurren mil películas que me han transportado a lugares que probablemente nunca visitaré en persona. Con el cine me ha sucedido lo mismo que con los libros: ... ambos me han llevado lejos.
Y luego están los amigos. Las aventuras siempre se disfrutan más en compañía. Intenten recordar una gran aventura que hayan vivido completamente a solas; no es lo mismo. Los mejores recuerdos y anécdotas nacen acompañados, porque compartir la experiencia la enriquece.
Si nos sumergimos en el vasto universo de las historias cinematográficas, encontramos épocas en las que el cine familiar se vestía de épica para narrar aventuras que, a menudo, exaltaban el valor de la amistad. Spielberg, en los años ochenta, tanto como director como productor, fue responsable de muchas de esas historias, donde esos valores brillaban. Basta con recordar a la entrañable pandilla de «Los Goonies». No es casualidad que esa película siga evocando nostalgia y sonrisas.
En la vida real también hacemos locuras con amigos, ya menudo son esas locuras las que nos permiten conocer a los mejores. Esas amistades perduran, si tenemos suerte, gracias a nuevas y alocadas ocurrencias que compartimos.
Tal es el caso de la amistad entre Daniel Pérez y Pepe Landi, quienes han unido fuerzas para crear el maravilloso proyecto «El Arca Perdida». Aunque quizás tenga menos de Spielberg y más del reflejo que dejan los años tras una larga amistad, este proyecto es el resultado de un vínculo genuino y duradero.
Para que algo así surja, como también ocurre en todo lo que emprendo junto a mi socio Javi, se necesita una serie de circunstancias especiales. Conozco a Daniel Pérez y, aunque sé poco de Pepe Landi, lo que he visto de ambos me convence de que forman un tándem perfecto.
En algún momento, cualquier persona que viva en la provincia tendrá que visitar algo organizado en ese espacio de Puerto Serrano. Tal como me comentaba Pepe Landi: todo comenzó con una charla, luego salió en los medios, la gente empezó a donar películas, y una cosa llevó a la otra. El resultado: una videoteca maravillosa, repleta de películas que no volveremos a encontrar en las plataformas digitales.
Lo sabemos todos aquellos que pasamos horas divagando entre diferentes plataformas, buscando recuperar lo que perdimos cuando recorríamos las estanterías de los videoclubes. Esos tiempos no volverán; se han desvanecido, como lágrimas en la lluvia.
Espero que la gente de Puerto Serrano y sus alrededores, en algún momento, se dé cuenta de lo que han logrado: un auténtico «Arca Perdida», llena de la magia que todos, de alguna manera, hemos dejado atrás con la llegada de esta nueva y monótona era digital, en la que lo tenemos todo y, a la vez, nada.
Pero siempre nos quedará la amistad. Y la oportunidad de emprender proyectos locos, aventuras cinéfilas y literarias, siempre acompañados de nuestros amigos de toda la vida. Que así sea para ellos, para nosotros, y para quienes piensan como nosotros.
Al final, todos acabamos encontrándonos. «Dios los cría y ellos se juntan», dicen. Sí es verdad.
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