Opinión

Luces, cámaras, ¡CARNAVAL!

La filosofía y la literatura se presentan como telón de fondo en el repertorio de esta comparsa tan vitalista y llena de color

Cristina Braza

Para quienes sentimos y amamos el Carnaval, este no deja de ser más que una forma de vida. Gracias a la creación de la comparsa Los Peliculeros, de Jonathan Pérez Ginel, se abre ante el aficionado un mundo de fantasía, de cine y de color. ... Un nuevo mundo que escapa de las fronteras de nuestra realidad.

El Carnaval de Cádiz no debe tener límites y así lo muestran estos soñadores que viven siempre más allá de la vida. En su locura e inventiva, estos actores gaditanos han encontrado su ideal y la inspiración necesaria para crear su propia película.

La filosofía y la literatura se presentan como telón de fondo en el repertorio de esta comparsa tan vitalista y llena de color. Los Peliculeros nos ofrecen una invitación a vivir el presente, a disfrutar de la vida con una exquisita recreación sobre el tópico del carpe diem, que se puede apreciar explícitamente, en el segundo pasodoble interpretado en la fase de preliminares: «Nuestra estancia es tan corta y fugaz, que es deber de quien la viva, despeinarla, acariciarla y disfrutarla hasta exprimirla…».

Indudablemente, la presentación es la pieza clave para describir al personaje y poder plasmar así el conjunto de ideas que el autor tiene intención de comunicar. Ya desde años anteriores, Jona ha demostrado que las presentaciones de sus agrupaciones son un regalo musical y literario que atrapan rápidamente al público con gran facilidad, y en esta comparsa no cabe duda de que no podía ser de otra manera.

Nos encontramos ante una propuesta romántica e idealista que proyecta una profunda reflexión sobre cómo tomarse la vida y el paso del tiempo, desde el punto de vista del optimismo y el positivismo, a través de fascinantes metáforas como equiparar la vida a una película y el final de esta, con la muerte, que llega por sorpresa: «La vida es como una película que rueda, que a veces finaliza antes de lo que esperas y es de obligación vivirla a tu manera…».

Asimismo, se hace partícipe y protagonista de esta película al receptor: «Elige el personaje que mejor te venga y cambia tu guion volando a donde quieras». El popurrí sigue en la misma línea, con una narración cinematográfica, repleta de imágenes, tal y como requiere el tipo: «Maquilla una sonrisa en cada escena de tu vida y ponte a caminar firme y sin parar. Mantente siempre en el primer plano y el vaso medio lleno encontrarás».

En definitiva, el plató de cine de estos actores no es otro que Cádiz, porque tal y como lo retratan en el repertorio, en Cádiz se vive de película. Si ya en Los Originales, el mensaje era puro gaditanismo, y en Los Aislados, había un trasfondo reflexivo, con Los Peliculeros existe un equilibrio perfecto entre cantarle a Cádiz de una forma excepcional y transmitir un hondo mensaje, que hace que esta sea una de las comparsas más completas a nivel literario del autor.

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