El Apunte
Barbate ha tenido mala suerte
El municipio gaditano está demasiado lejos del centro, demasiado esquinado, demasiado al sur
Barbate ha tenido mala suerte. Está demasiado lejos del centro, demasiado esquinado, demasiado al sur. Sus ciudadanos no hablan una lengua identitaria más que el opresor español, y de sus votos no depende una legislatura ni unos presupuestos. No pide su independencia y han fallecido ... dos personas, sí, pero eran guardias civiles.
Por todo esto es muy difícil que llame la atención del presidente del Gobierno, que sí fue a Valencia tras el gravísimo incendio de dos edificios y la muerte de diez vecinos, y para Cádiz mandó a su ministro de Interior, el cunero Marlaska. Un político, el vizcaíno, que entre reprobación y reprobación, sepultado de problemas, bastante tiene como para oír el grito de desesperación de la tierra barbateña.
Por eso no está de más que los habitantes de este pueblo deprimido, que no deprimente, el paraíso en la tierra pero en tantas ocasiones devorado por el pecado, salgan de vez en cuando para pedir... que los traten con dignidad. Nada más. No quieren dinero ni privilegios, gestión de Rodalies ni nueva financiación, simplemente que les concedan las oportunidades que tienen otros.
Barbate parece estar condenada. La población sufre como pocas los rigores del desempleo y la precariedad. El abandono de la Administración pública ha dejado principalmente dos caminos para la subsistencia: el turismo y el contrabando/tráfico de drogas. La herida en lugar de saturarse, supura, y su fama como tarjeta de presentación provoca que todas las miradas se dirijan a esta localidad. Se lleva hasta las culpas que no tiene.
En otros regímenes fallidos se podría dar por perdidos a sus ciudadanos, pero este país debe poner solución a este problema. Es complejo, multifactorial, histórico, está imbricado profundamente en su sociedad, pero no se contempla la opción de rendirse. Hay que establecer un plan que arranque por dotar de mayor seguridad a la zona con una mayor dotación policial y judicial, y acompañarlo con más oportunidades de empleo a los jóvenes y una educación que elimine la legimitidad moral con la que cuentan en cierto modo los delincuentes. El resultado no llegará mañana pero sí debe empezar hoy. Barbate sigue gritando con el temor de que alguna vez se quede definitivamente en silencio.