TRIBUNA ABIERTA
Juegos
Me apena ver enredada a mi antigua alumna en una controversia sobre tan estéril entretenimiento, cuando la única actitud razonable es no entrar en el «juego»

(Me) había prometido no perder -ni hacer perder- un minuto más con un asunto al que ya me he referido en alguna ocasión. Pero leer en un diario de gran difusión las opiniones de Araceli López Serena -una de mis mejores discípulas, hoy Catedrática ... de la Hispalense- en pie de igualdad con las de otros «colegas», me lleva a incumplir mi promesa.
Resumo. A Huan Porrah (así firma), hoy profesor de otra Universidad sevillana, se le ocurrió (6ª acepción académica ´venir una idea a la mente de repente, sin esperarla´) la ocurrencia (en las dos que figuran en el Diccionario se alude a lo ´casual, ocasional…´) de poner «en andalûh» el célebre relato de Saint-Exupéry: Er prinçipito. Se aprovecho para bautizar [E(r) P(rinçipito) A(ndalûh)] a un «colectivo» del que ignoro cuántos y quiénes son sus integrantes. Algún otro docente universitario, como Ígor Rodríguez-Iglesias (UAM), decidió prestar su apoyo, supongo que con la esperanza de sacar tajada de la posible notoriedad del «engendro» (acepción 3ª del DRAE: ´algo mal concebido´). Un paso (o vuelta de tuerca) más ha dado AndaluGeeks (otro «colectivo», del que tampoco sé nada), al introducirlo en la plataforma MINECRAFT. No se trata de una iniciativa aislada, pues en otros videojuegos ya se ha aplicado el correspondiente transcriptor, una especie de «teclado virtual para dispositivos móviles, con corrector incorporado» que -se nos dice- han «utilizado» 50.000 personas. Aunque no conozco a ninguna (ni tengo la menor curiosidad), imagino que lo «usan» para jugar, y que, una vez «probado», dadas las dificultades insalvables para hacerse con el caótico y mareante baile de «acentos con sombrero y aspiradas» (así lo describe la periodista que realiza el reportaje), pulsarán la tecla «Çalih der huego» (´salir del juego´) y pasarán al español. Por cierto, tienen la opción de elegir alguna de sus variedades (además de la de España, la venezolana, la uruguaya…), supongo -no lo he comprobado- que todas con una sola y misma ortografía.
No me preocupa, pero sí me apena ver enredada a mi antigua alumna en una controversia sobre tan estéril entretenimiento, cuando la única actitud razonable es no entrar en el «juego». Menos mal que, con su discreción y buen entendimiento, lo tilda de divertimento (podría haber dicho también divertimiento), esto es, «pasatiempo» o distracción momentánea, que no otra cosa son los juegos. Lo que pasa es que con la representación de la lengua por escrito (al igual que con las «cosas de comer») no se debe jugar, ya que es algo muy serio. Piénsese -es un insignificante botón de muestra- en la polémica generada por la pretensión académica de eliminar una simple tilde, que en una frase tan corta como paseaba solo por la plaza nos hace dudar de su cabal sentido. Además, no veo que lanzarse a alterar de modo artificial y caprichoso un sistema gráfico envidiable del que se sirven, no sólo los centenares de millones de hispanohablantes (los andaluces, entre ellos), sino los muchísimos más que leen los innumerables textos en español (traducidos muchos a numerosos idiomas), tenga mucho de «divertido», más bien es una actividad que no tarda en cansar y aburrir.
Desde la infancia a la vejez, el juego forma parte de nuestra vida. Pero ¿qué disfrute puede proporcionar la «práctica» de esta inútil escritura en «andalûh»? Nada tiene que ver con los juegos de palabras, que revelan cierto ingenio. Ni siquiera con programas televisivos de entretenimiento, como «Atrápame si puedes», de Canal Sur, en el que se juega con palabras, pero en el que se pide a los concursantes que atinen con los términos a que corresponden las definiciones académicas que, al tiempo que son leídas por el presentador, aparecen correctamente escritas en la parte inferior de la pantalla [Soy consciente de que acabo de dar una «idea» a los de la EPA, confío en que no la «aprovechen»].
Pero ¿a qué viene este «juego peligroso» en el que -aunque nadie se queme- se «juega con fuego»? Se dan dos «razones». No vale la primera («no hay forma más potente de prestigiar una lengua que escribirla»), pues la que los andaluces escribimos (y hablamos) es una de las más prestigiosas del mundo, y en gran medida por tener una escritura única. Y sólo puede verse como reflejo «del florecimiento de un nuevo andalucismo cultural», si se vincula el concepto de cultura a la creencia pre-juiciosa de que una de las notas definidoras de lo andaluz es la vocación lúdica («cultura de la diversión»). Sería tanto como deducir del hecho de que en el Diccionario se haya dado entrada, como propia de Andalucía, a la voz juerga (flamenca), que todos los andaluces somos unos juerguistas.
Me temo que los promotores de tan extraño divertim(i)ento van a seguir invitándonos ¡a jugar! Menos mal que no parece haber muchos dispuestos a aceptar la invitación.
(*) Antonio Narbona es catedrático emérito de la Universidad de Sevilla
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