OPINIÓN
La tasa turística
Puede servir para equilibrar nuestras mermadas arcas municipales.
No hace muchos años sufríamos cada vez que nos asomábamos al muelle y contemplábamos las dársenas desiertas. La época gloriosa en la que los graneles ocupaban el suelo de nuestro puerto para su posterior envío a toda España, las dependencias de los depósitos portuarios hasta ... arriba de mercancía y las arribadas semanales del correo marítimo de Transmediterránea, habían quedado en el olvido. Nuestro puerto, antaño uno de los más importantes del sur de España y sede imprescindible para comercio con América, estaba dando las boqueadas.
En mi familia siempre se ha vivido una gran preocupación por el devenir de la vida marítima pues mi abuelo, Joaquín Fernandez-Repeto González, fue durante gran parte de su vida práctico de nuestro puerto. Por circunstancias que no vienen al caso, ocupó la alcaldía en 1935, asunto que fue recordado hace unos días en la prensa diaria. Bajo su mandato y ante la situación de la ciudad lideró una expedición ciudadana por carretera y ferrocarril hasta Madrid para hacer unas peticiones al gobierno del Sr. Lerroux. Cádiz necesitaba inversiones para subsistir y como alcalde, encabezó esa marcha de todas las fuerzas vivas de la ciudad para exigir soluciones al gobierno. Entre las peticiones había una muy importante y vital para nuestro comercio marítimo: que no se suspendiera la línea marítima que unía Barcelona y Canarias a través de nuestro puerto. Además de esto, se consiguieron inversiones para astilleros y otras reivindicaciones más. La apuesta decidida de las primeras autoridades unidas a las fuerzas vivas (comerciantes, industriales, profesionales etc.) y con independencia de las ideologías políticas de cada uno, hicieron posible que nuestra ciudad no sucumbiera económicamente.
Después de esto, pasado los años y tras una sangría lenta pero inmisericorde, nuestra ciudad y el puerto, volvieron a decaer. Actualmente, la autoridad portuaria está intentando revitalizarlo con la arribada de cruceros y la nueva terminal de contenedores pero aún queda mucho por recorrer. Ahora, los pantalanes reciben, un día sí y otro también, grandes cruceros. Al principio de esta aventura llegaban y una inmensa flota de autobuses trasladaban a sus ocupantes a localidades vecinas, léase Sevilla o Jerez. Poco a poco esta tendencia ha ido cambiando y ahora son miles, a veces varios miles, los que ocupan hasta abarrotar nuestras calles. Ha cambiado nuestra impresión y sí que antes los comerciantes decían que los cruceristas no dejaban nada, ahora los reconocen como una importante fuente de ingresos. También el turismo de a pie está en auge, lo vemos a diario.
Como hemos dicho ya en alguna que otra ocasión, Cádiz está de moda. Si es así, aprovéchenoslo, busquemos fórmulas para que esos visitantes, a falta de industrias, se conviertan en nuestra salvación. Los astilleros se han reconvertido y ahora también reforman grandes cruceros turísticos en lugar de construir grandes petroleros. Consideremos como positivo la implantación de la tasa turística. A falta de fuertes inversiones la módica pero constante aportación de tantos miles de visitantes, como ya ocurre en otras muchas ciudades, puede servir para equilibrar nuestras mermadas arcas municipales.