OPINIÓN
Prevenir las riadas
Se debió advertir antes a la población pero, sobre todo, se debió acudir de manera inmediata para minimizar sus efectos. No hay justificación posible, todos fallaron
Desde el pasado 29 de Octubre estamos impactados por las imágenes que a través de todas las cadenas de televisión nos llegan desde la Comunidad Valenciana. A consecuencia de unas más que anunciadas lluvias torrenciales que hoy conocemos como DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ... y que siempre habíamos denominado 'gota fría', más de sesenta municipios de la zona sur de Valencia han sufrido una verdadera catástrofe. Los daños materiales, como vemos a todas horas en los informativos, son cuantiosísimos pero lo peor es la muerte de momento de 223 personas y la desaparición, también de momento, de otras 17.
La reacción ante tremenda desgracia ha desatado una ola de solidaridad inusitada por parte de toda la población. Los ríos de voluntarios armados con escobas y rastrillos para ayudar en lo posible, las donaciones de todo el mundo para proveer a los afectados de lo más imprescindible y la cobertura informativa de todos los medios para concienciarnos de lo que allí ha ocurrido, nos ponen los vellos de punta. En contraposición la dejadez, la inoperancia y la ineptitud de la mayoría de los mandatarios que nos gobiernan han hecho que las consecuencias de esta desgracia natural hayan alcanzado estas altas cotas para la población. No valen excusas para justificar lo que ha pasado y mucho menos la falta de ayuda desde los primeros momentos. Se debió advertir antes a la población pero, sobre todo, se debió acudir de manera inmediata para minimizar sus efectos. No hay justificación posible, todos fallaron.
Casualmente ha llegado a mis manos en estos días una publicación que me ha dejado estupefacto. En el año 1795 Don Antonio Josef Canilles realizó una publicación bajo el título 'Observaciones sobre la Historia Natural del Reyno de Valencia' donde en su página 159 escribía «siguiendo hacia el sur desde Alaquás como a un quarto de legua se atraviesa el barranco …cruza el llano de Quart junto a la venta del Poyo…pasa después por las cercanías de Torrent… y desagua en la Albufera de Valencia» y continúa «Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas cuando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente que destruye cuanto encuentra. En 1775 causó muchísimas desgracias en Chivas, sorprendiendo a media noche a sus vecinos, asoló un número considerable de edificios, esparciendo por más de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte» ¿Cómo se les queda el cuerpo? Ya en 1775, hace la friolera de 249 años se describe un episodio similar al vivido en estos últimos días. ¿No creen que este tiempo no se podía haber previsto una solución que evitara tremenda catástrofe?
Muchos de nosotros vivimos la enorme riada del Turia en 1957 o la del Tamarguillo de Sevilla en 1961. Después de estos desastres en Valencia se desvió el río a un nuevo cauce y, con el arroyo sevillano se efectuó una obra hidráulica para que no se volviera a desbordar. Se consiguió así que no se repitieran esos desastres naturales hasta hoy. ¿No se podría haber hecho esto mismo con el barranco del Poyo? Tiempo ha habido.
Toca reconsiderar la situación y poner remedio para un futuro porque, las riadas agravadas por el cambio climático, seguirán acechándonos. Tenemos la obligación y los medios para prevenirlas.