OPINIÓN
Mantengámonos alerta
El argumento de su amor profundo ha quedado desde ese día en un segundo plano, ya no lo nombra siquiera, y ahora lo único que propugna es limpiar el fango que emponzoña la vida política actual
¿Quién nos lo iba a decir? Cuando, después de las elecciones vascas y justo el mismo día en el que comenzaba la campaña electoral en Cataluña, recibíamos todos los ciudadanos una misiva a través de X (bueno, los que lo tuvieran) del mismísimo Pedro ... Sánchez. En esas tres y pico cuartillas sin otro encabezamiento que la fecha (Madrid, 24 de abril de 2024) y un escueto «Carta a la ciudadanía:» el citado Pedro Sánchez, a la sazón presidente del gobierno de España, exponía su gran inquietud ante la apertura judicial de diligencias contra su amada pareja, la primera dama de nuestro país.
Durante cinco días nos hemos mantenido expectantes ante la decisión definitiva que pensaba adoptar. Nadie en el país sabía a ciencia cierta cuál sería nuestro futuro inmediato. Como por ensalmo, se pusieron en marcha todas las cábalas posibles: que si al dimitir nuestra ínclita María Jesús Montero se convertía en la primera mujer presidenta del Gobierno, que si no era ella la portavoz y ministra Pilar Alegría sería la designada e incluso, se puso en órbita la posibilidad que el ex presidente Rodríguez Zapatero podría asumir una posible investidura por las cortes. No hubo ni un periódico, cadena de radio o emisora de televisión que durante esos cinco interminables días no nos ofreciera su pronóstico. Todas las columnas de opinión y tertulias radiadas o televisadas rondaban sobre el mismo tema, un auténtico agobio. Mientras y sentado en el sofá de su cuarto de estar aunque al parecer eso sí, casi en ayunas y sin apenas descabezar un sueño (según sus propias declaraciones el pasado martes a la SER) nuestro presidente reposaba plácidamente su decisión.
La mañana del lunes, con exactitud meridiana a las once de la mañana, se abrieron las puertas del palacio y nos desveló su tan ansiada decisión «me quedo», pero mucho cuidadito porque a partir de ahora no vais a tener un momento de respiro, os voy a controlar a todos. Los gritos de júbilo atronaron en La Moncloa (se pudieron oír en televisión) y ya pudieron respirar todos tranquilos.
Creo que, como han dicho muchos expertos en politología, tanto de izquierda como de la oposición, una vez más, el Sr. Sánchez ha jugado con nosotros. Con este movimiento envolvente, cual mago de capa y sombrero, se sacó de la chistera un movimiento inesperado que ha cogido a todos por sorpresa. El argumento de su amor profundo ha quedado desde ese día en un segundo plano, ya no lo nombra siquiera, y ahora lo único que propugna es limpiar el fango que emponzoña la vida política actual.
Miedo debe darnos de la que se nos viene encima. Los expertos nos auguran un programa de endurecimiento del régimen con normas y leyes que pueden poner en vilo nuestra actual democracia. La intervención estatal de los medios de comunicación aboliendo de alguna manera la libertad de prensa y la intervención sobre la vida judicial bloqueando de algún modo la división de poderes puede ser muy peligrosa.
Vienen tiempo de zozobra, nuestro actual régimen democrático que tantos años nos costó y por la que tantos lucharon puede estar entrando en una deriva muy tenebrosa. Mantengámonos alerta.