OPINIÓN
Lo que nos faltaba
Los que tenemos la inmensa suerte de vivir aquí lo hacemos en un enclave privilegiado pero que desgraciadamente la decadencia que nos embarga puede hacernos sucumbir de nuestro propio éxito
Hemos consumido escasamente una semana del mes de agosto y ya nos parece una eternidad. La llegada masiva de cruceros con sus huestes de visitantes, hace insostenible transitar una mañana por las calles del centro.
Atravesar desde la plaza de las Flores a la Catedral ... es como realizar un safari por la senda de los elefantes, no hay quien dé un paso. Hace años, los comerciantes se quejaban de que los cruceristas no dejaban nada en la ciudad. Hoy, afortunadamente, no creo que puedan decir lo mismo. A su paso por el 'cruceródromo' (léase San Juan de Dios, Pelota, Catedral, Compañía, Plaza de las Flores, Columela y San Francisco) todos los comercios están colonizados por ellos y pocos, por no decir ninguno, se salva de la quema. Las paelleras del 'Paellador' ocupan las mesas del Andalucía a la vez que las de los gaditanos aún estamos desayunando churros, las de la freiduría Las Flores soportan colas interminables, las zapaterías están repletas de guiris probándose cangrejeras y hasta la tienda de turrones de Compañía vende más que antes de Nochebuena. Hace unos días me comentaban que las peluquerías de señoras atienden también a montones de cruceristas que aprovechan su escala para acicalarse y ponerse guapas para las fiestas de a bordo.
Pero no solo de cruceros vive nuestro agosto, la cantidad de pisos turísticos ocupados, los vehículos que abarrotan los subterráneos desde primeras horas, las excursiones en autobús que cada mañana desembarcan en los aledaños del edificio del Trocadero y las manadas que llegan diariamente en los cercanías o el trambahía colaboran a esa invasión que soportamos estoicamente durante este octavo mes del año.
Ni que decir tiene que Cádiz sigue de moda. En todos los programas turísticos destacan nuestras virtudes y, gracias a esta propaganda y al boca boca, los visitantes aumentan, los cruceros hacen más escalas y raro es el día en el que no sale en cualquier revista del corazón tal o cual celebridad que veranea aquí o en alguna de nuestras playas.
Pero por contra ¿qué estamos ofreciendo nosotros? ¿cómo encuentran nuestra ciudad los visitantes? Sin ánimo de chovisnismo alguno, quiero decir a los cuatro vientos que nuestra ciudad es un privilegio. Los que tenemos la inmensa suerte de vivir aquí lo hacemos en un enclave privilegiado pero que desgraciadamente la decadencia que nos embarga puede hacernos sucumbir de nuestro propio éxito. Ni que decir tiene que nuestra historia y sus lugares emblemáticos son un aval, pero si no la cuidamos de poco nos va a servir. Cádiz está en muchos aspectos abandonado y sucio, la limpieza brilla por su ausencia en muchas de nuestras calles y plazas. La Alameda y la Plaza de Mina son buena muestra de ello solo hay que pasear por ellas para apreciar la 'mugre' que se acumula en muchas zonas. La moda de regar con agua y jabón los orines de los miles de perros (más que niños) que deambulan por las calles, hace que los efluvios que emanan del suelo sean de lo más desagradable.
Hay mucho que mejorar para que nuestra ciudad sea agradable para todos, para nosotros como habitantes habituales y para los que tienen la suerte de pasar algunos días visitándonos. Si seguimos así poco va a durar nuestro éxito turístico. Es lo que nos faltaba.