Hacia el abismo
No hay una reunión en la que no salga a colación la situación política de nuestro país y, lo que es peor, de un tiempo a esta parte se están polarizando las opiniones
Llevamos más de tres meses liados con campañas electorales, votaciones, pactos y comentarios de todo tipo. No hay una reunión en la que no salga a colación la situación política de nuestro país y, lo que es peor, de un tiempo a esta parte se están polarizando las opiniones. Basta que uno opine de una forma para que airadamente el contertulio le responda con lo contrario. Para colmo la proliferación actual de las redes sociales hace que los enfrentamientos dialecticos sean de lo más peregrino y muchas veces, por no decir la mayoría de ellas, amparadas en el anonimato. Nosotros, que durante muchos años sufrimos los efectos de la dictadura, no dejamos de sorprendernos. En épocas no muy lejanas padecimos la censura y la represión a todos los niveles. También soportamos el adoctrinamiento feroz del régimen con aquella asignatura de Formación del Espíritu Nacional que impartían afiliados al propio régimen y que pretendían inculcar a las generaciones venideras los «valores» del régimen. Cuando falleció Franco respiramos con alegría la liberación. Durante algunos años en los que el régimen emanado de la nueva Constitución de 1978 permitió una convivencia pacífica entre la mayoría de los españoles. Solo la existencia de la banda terrorista alteraba esta condición y, cuando por fin abandonó su lucha armada, volvimos a respirar tranquilos. Han sido aproximadamente cuarenta años de bonanza pero ahora la situación política ha vuelto a ser una de nuestras mayores inquietudes.
Después de esta última elección del pasado domingo, el panorama de incertidumbre vuelve a ser evidente. El enfrentamiento frontal entre los dos grandes partidos PSOE y PP hace inviable un acuerdo de estado para la gobernanza del país. Se da la llave del gobierno a partidos independentistas y a los herederos de la lucha armada que han manifestado por activa y por pasiva que quieren descomponer el régimen actual y eso, sin duda nos afecta a todos.
Tras estos últimos comicios la situación política en la que nos encontramos augura meses de gran incertidumbre. La aparición de partidos extremos ha perjudicado notablemente la convivencia a todos los niveles. Si los dos grandes partidos que aglutinan más del 75% de votos y escaños no se ponen de acuerdo, estaremos manejados por los que representan poco más 1% de los votantes y que abiertamente ponen en duda nuestro sistema democrático actual. O sea que al fin y a la postre una minoría impondrán sus ideales condicionando a la mayoría, inconcebible.
Como dije antes, desde la desaparición de la dictadura, hemos estado regidos por la Constitución consensuada en 1978 pero que quizás por el paso del tiempo haya que actualizar y modernizar. También nos regimos por una ley electoral que, a la vista de otras leyes similares europeas, debería ser revisada. No podemos ni debemos ser inmovilistas. Tenemos que estar abiertos a la actualización de nuestras normas de convivencia por nuestro propio bien. Para que nuestra democracia se consolide definitivamente hay que promover una paz social estable entre la mayoría de los españoles si no, caminaremos hacia el abismo.
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