EL RECUADRO
La maldición de la Plaza de Armas
¿No necesita el Museo una ampliación? La solución puede ser la Plaza de Armas
Como a Kalimero, el simpático pollito de los dibujos animados, la vieja estación de la Plaza de Armas podría decir: «Nadie me quiere». Adif, la empresa pública que se ocupa de las infraestructuras fijas de Renfe, se queda otra vez sin inversor para gestionar el ... languideciente centro comercial de la Plaza de Armas. El proceso para el contrato de arrendamiento ha quedado desierto al no presentarse ofertas en el plazo establecido; se solicitaba un precio mínimo de 5 millones de euros.
A diferencia con la vieja estación de San Bernardo, la de Plaza de Armas, la antiguamente conocida como «estación de Córdoba», tiene mala suerte. En San Bernardo funciona un gimnasio con bastante concurrencia y allí tienen sus puestos los antiguos del Mercado de la Puerta de la Carne, aún en obras de restauración. La estación de Córdoba, como se cocía la de Plaza de Armas, pertenecía a la compañía MZA, anagrama de Madrid, Zaragoza y Alicante, antes de que todas las ferroviarias se fusionaran en Renfe (Red Nacional de Ferrocarriles Españoles). Plaza de Armas estaba conectada con la otra estación, la de San Bernardo, que era de la compañía de la competencia, de Ferrocarriles Andaluces, a través de la estación del Empalme, en San Jerónimo, donde se unían los trenes que procedían de Cádiz con los que iban para Córdoba y que fue parte del famoso «dogal ferroviario» que cercaba la expansión de Sevilla y desapareció con las grandes obras urbanísticas previas a la Exposición de 1992.
El edificio de la estación de Plaza de Armas, declarado Bien de Interés Cultural, tiene todo el interés arquitectónico, y es una pena que tenga ese mal fario desde que en la Expo del 92 funcionó como Pabellón de Sevilla y luego a partir de 1999 como centro comercial, hasta con sus multicines y todo, aparte de sus galerías de tiendas, bares y restaurantes, a los que el público, no sé por qué, nunca acudió en términos rentables. En mejor sitio no puede estar: el antiguo Campo de Marte del siglo XIX, no lejos de donde el alcalde García de Vinuesa protagonizó la histórica leyenda de ‘la piedra llorosa’. Las obras de la estación de Córdoba comenzaron en febrero de 1899, bajo la dirección del ingeniero de la compañía Nicolás Suárez y Albizu, y sería inaugurada en marzo de 1901. Su estilo neomudéjar le da todo el interés artístico. Hasta que los trenes dejaron de llegar a ella en 1990, Sevilla tuvo una estación que era un monumento. Animadísima. Allí llegaba cada mañana el expreso de Madrid con los viajeros importantes. Muchas fotos de personajes históricos en su visita a Sevilla están tomadas a la salida del expreso en la estación de Plaza de Armas.
Pero no sé lo que tiene de maldición comercial que éste que ahora ha salido desierto es el segundo intento de Adif para encontrar unos inversores interesados en gestionar el centro comercial. ¿Y si consideran otra opción y desechan lo del centro comercial? ¿Por qué no convertir la Plaza de Armas en el D’Orsay sevillano? ¿No necesita el Museo de Bellas Artes una ampliación? La solución puede ser la Plaza de Armas, que bien cerca coge de la pinacoteca y del centro de Sevilla.
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