eL RECUADRO
40.000 naranjos
Se siente que estamos en campaña electoral porque hace semanas que están recogiendo las naranjas
Se nota, se siente, que la campaña electoral está presente, podíamos decir, como esos pareados malos (peores aún que el horrendo que acabamos de hacer) que va repitiendo el tonto del megáfono en bandolera en la cabeza de las manifestaciones. Se siente que estamos en ... campaña electoral porque hace semanas que están recogiendo las naranjas de los árboles callejeros. Otros años había llegado el tiempo del azahar y las naranjas estaban aún en los árboles, sin recoger, y nos preguntábamos si no les quitarían fuerza para que se pusieran en flor con el aroma único que anuncia que se acercan los días del gozo. Y con esa especie de pugna que se establece entre los sevillanos, que me recuerda la del primer nazareno. Los niños se suelen retar a ver quién ve el primer nazareno, en las Vísperas o, más clásico todavía, el Domingo de Ramos. Pues igual, los sevillanos rivalizamos en anunciar quién ha visto el primer naranjo florecido. Siempre hay quien te dice que él ya ha visto el primero, obviamente en su barrio.
La campaña de recolección de las que cuentan que el mitológico Hércules fundador tomó del Jardín de las Hespérides nos ha permitido este año saber que en nuestras calles hay 40.000 naranjos. Que son los que con sus largas escaleras (a lo José de Arimatea o Nicodemus en el Barco del Carbón) están recogiendo los operarios de la empresa con la que el Ayuntamiento ha contratado esta tarea, que costará 190.000 euros. De esos 40.000 naranjos, hay 1.053 en los Jardines del Alcázar, donde están plantados un total de 2.174 árboles. Uno de estos naranjos cuenta la leyenda que plantó el Emperador Carlos cuando vino en 1.526 para su boda con Isabel de Portugal. Y en algunos de ellos podíamos poner un como letrero de Jardín Botánico que dijese: 'Árbol proveedor oficial de mermelada amarga para la Real Familia del Reino Unido de la Gran Bretaña'.
Cómo será la importancia del naranjo en Sevilla, que hasta dos patios monumentales reciben su nombre: el Patio de los Naranjos de la Catedral y el del Salvador. Y con lo hermosos que son los 40.000 naranjos, resulta que cuando peatonalizaron y deforestaron la Avenida de la Constitución fueron a poner unos gordos y feísimos, con muñones en vez de troncos y ramas, como escapados de un cuento de terror, que no tienen nada que ver con los familiares y queridos naranjos callejeros sevillanos.
¿Qué hacen con las naranjas amargas que recogen, este año en tan buena época? Lo han explicado. La naranja amarga recogida (tres millones de frutos este año) va a vertederos autorizados para destinarlos a la fabricación de compost y aromas de cosméticos; otra gran parte es destinada a explotaciones ganaderas para la alimentación de ganado caprino. Y como iniciativa municipal, un porcentaje va a la planta de El Copero de Emasesa para la fabricación de compost o a la generación de electricidad a partir del gas generado. De todas formas, me sigo quedando con el aroma del azahar, verdadero heraldo de la primavera. Porque las naranjas, como tantas cosas de Sevilla, son amargas.
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