OPINIÓN
¡Vaya arte!
En mi modesta opinión estamos en una época en la que el arte se ha convertido en un objeto más de consumo, en un territorio propicio a la mercantilización de obras de dudosa valía
Aquellos Institutos de Secundaria de entonces no eran, ni por asomo, como los de ahora. No existía uniformidad establecida de pantalón y camisa o de alguna que otra seña de identidad distintiva en la solapa, pero las formas y las maneras, hacían que siguiéramos las ... normas de una indumentaria sesentera, con chaquetas de poco prestigio y corbatas longilíneas. La ropa deportiva, calzonas de color azul y apresto riguroso y camiseta blanco níveo, sólo era usada a lo hora de la clase de gimnasia. El chandal era una indumentaria totalmente desconocida. El horario poco ha cambiado, madrugones a prueba de insomnes, y almuerzos casi vespertinos. Por aquellos años, postrimerías de la década de los años sesenta del siglo pasado, aún existían asignaturas rancias y con gran tufo a alcanfor. La Formación del Espíritu Nacional, en manos de acólitos del Régimen, suponía un intento de adoctrinamiento a esas alturas casi imposible. La asignatura de Religión en manos de curas que no renunciaban a sus momentos de gloria divina. Y la Educación Física, impartida por miembros reductos de una Falange que quiso y no pudo. Llegar a ser catedrático de un Instituto en aquellos años no era una proeza al alcance de muchos. Para llegar a ser catedrático de Instituto había que superar unas duras oposiciones en Madrid, demostrar conocimientos sobremanera y acatar bajo juramento los Principios Fundamentales de una dictadura que ya empezaba a dar muestras de desmoronamiento. Como siempre, las asignaturas que concitaban mayores discrepancias y desavenencias, en gustos y aversiones y en vocaciones eran las matemáticas, la física y la química, y la lengua y iteratura. Las ciencias y las letras parecían dividir al alumnado de manera indefectible. Con la asignatura de Historia del Arte el empate técnico parecía estar garantizado. El catedrático que la impartía, todos los años comenzaba el curso haciendo las mismas preguntas al alumnado. ¿Usted cree que en el mundo del arte la Humanidad siempre progresa de manera evidente? ¿La creatividad del ser humano siempre mantiene una tendencia ascendente o por el contrario existen momentos de gran esplendor y épocas oscuras que bien podrían ser borradas de la historia por su pobreza y falta de ingenio e imaginación?
En mi modesta opinión estamos en una época en la que el arte se ha convertido en un objeto más de consumo, en un territorio propicio a la mercantilización de obras de dudosa valía. En estos días se ha subastado un «Plátano pegado a una pared con una cinta americana» por la friolera cifra de seis millones doscientos mil euros. Un empresario chino, fundador de una plataforma de criptomonedas, ha cometido la obscenidad de pagar esa escalofriante cifra por una pieza de fruta que apenas cuesta treinta céntimos de euros. A los pocos días de la compra se ha comido la pieza de fruta. Esperamos que por los menos sea de denominación de origen canario. El arte conceptual, que da más valor al concepto que a la obra en sí, puede que tenga poco de belleza, y que ni por asomo pueda hacer sentir al espectador esa magia que se siente al contemplar una obra que te sumerja en efecto Stendhal.
¡Y después dirán que la fruta es cara!