OPINIÓN
En la salud y en la enfermedad
No sólo la raza, la situación económica, el lugar donde se vive y la edad conforma las variables de estas diferencias de esperanza de vida, el sexo y el género conforman otra variable a tener en cuenta
«El amor es paciente, es benigno, no tiene envidia, no presume ni se engríe. El amor no pasa nunca. De todas las palabras, la más grande el amor». De la primera Carta de San Pablo a los Corintios (13,4-13). Seguro que os ... suena. Que la habéis escuchado más de una vez en las bodas. Entre parábolas y epístolas anda el juego en el Nuevo Testamento.
La Agencia de la Oficina de EUROSTAT nos vuelve a dar una nueva alegría. España vuelve a liderar la esperanza de vida en todo el territorio de la Unión Europea. Con 84 años de esperanza media de vida lideramos la lista de todos los países europeos. Tras un pequeño descenso durante la pandemia continuamos a la cabeza, desde el año 2009, posiblemente no sólo en cantidad de años, sino también en calidad de vida. En todos los países estudiados las mujeres viven más años, pero en peor estado de salud. «Los hombres experimentan un mayor grado de pérdida de salud y tienen una carga más alta de enfermedades que abocan a una muerte prematura, pero las mujeres sufren patologías que merman su salud durante más años su calidad de vida». Estas son las conclusiones de un estudio publicado hace unos días por la prestigiosa revista The Lancet Public Health. No sólo la raza, la situación económica, el lugar donde se vive y la edad conforma las variables de estas diferencias de esperanza de vida, el sexo y el género conforman otra variable a tener en cuenta. En el estudio los investigadores analizaron la carga de enfermedad de más de 300 enfermedades, en más de 200 países, centrándose en las 20 que generan más pérdida de salud en personas de más de 10 años de edad. Las diferencias en cómo se percibe la enfermedad y como se entiende el sufrimiento son más que manifiestas. La Dra. Luisa Sorio, una de las autoras del estudio, reflexiona sobre como la perspectiva de género, la biología y los condicionamientos sociales y culturales hacen que todo sea distinto en el padecimiento. Desde la más tierna infancia nos incitan a una percepción de la realidad distinta. Como seres sociables que somos, en la comunidad, el peso de la existencia y el devenir de la vida se marca de forma grupal. Desmarcarse conlleva el riesgo de la soledad y la exclusión. Para Jordi Alonso, científico del Centro de Investigación Biomédica de la Red de Epidemiología y Salud Pública, está claro que hay que profundizar en el conocimiento de las posibles causas y como hay que intervenir sobre ellas para revertir las diferencias. Si la muerte nos sitúa a todas y todos a ras del suelo la enfermedad nos da distintas versiones de un mismo diagnóstico, pero con dolencias diferentes. Algo tendrán que ver determinados privilegios ancestrales y las diferentes formas de distribución del poder.
Se demuestra que somos iguales en derechos, pero diferentes en muchas cosas. Los cromosomas no entienden la realidad del día a día, se muestran tal como son, pura química y biología, al servicio de la vida.