OPINIÓN

Pesadillas

Soñé que la solución habitacional que me habían ofrecido por más de las tres cuartas partes de mi sueldo

Antonio Ares

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Dicen que las cenas deben ser frugales. «Desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo». Aquella noche fue algo extraordinaria. Tal vez la ocasión lo merecía, pero no recuerdo el porqué. La cena fue contundente, en variedad y en cantidad, ... y sobre todo más tarde de lo habitual. Lo supuse desde el principio, el sueño no iba a ser ni conciliador ni reparador. Alguna cruel pesadilla empezaría a rondar mis sueños. No era la primera vez que tenía sueños muy reales donde quería escapar de algo terrorífico y mis piernas no respondía. En más de una ocasión había soñado, con mucho dolor, que se me caían todos los dientes, o que me perdía en páramos yermos y que desesperado gritaba sin que de mi garganta saliera sonido alguno. Pero enseguida intuí que las pesadillas de la noche que me esperaba iban a ser distintas. Entre el sopor y el prolegómeno del sueño pensé que algo terrorífico iba a suceder. Y empezó el calvario de las pesadillas.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación