opinión

Orfandad

«La peor de todas las orfandades es aquella que te sitúa en la cúspide de la pirámide, por encima de ti nadie te hace sombra»

Antonio Ares

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La orfandad, como la soledad, tiene sus grados y categorías. La verdadera soledad es la interna, esa en la que a pesar de buscar en lo más recóndito de tu alma no te encuentras a ti mismo. Te sientes extraño y tan único que la ... nada es tu interlocutor. Es aquella en la que en medio de una muchedumbre, y rodeado, incluso de los seres más queridos, vives la rareza de un espectador anónimo que hurga en historias que nada le importan. En cuanto a la orfandad puede que sea algo más nítida, más fácil de definir ya que viene definida por un árbol genealógico, con sus raíces oscuras, su tronco recio y sus aireadas ramas. La peor de todas las orfandades es aquella que te sitúa en la cúspide de la pirámide, por encima de ti nadie te hace sombra. Ya sólo puedes mirar hacia abajo. También existen otras orfandades que te condenan a vivir con un rumbo incierto y con un corto plazo inseguro. Pese a nuestra individualidad, nuestras soledades y orfandades son sólo una metáfora de la corta existencia humana. Como seres individuales es imposible que podamos renegar de las piezas que conformamos en el gran puzle del Universo.

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