OPINIÓN

Hay un lobo suelto

Sólo hay un camino, el del peso de la Justicia, y si puede ser con reparación a las mujeres agredidas y petición pública de perdón mucho mejor

Aún se hacía remolona la primera luz de un día otoñal y empezaron a buscar en sus armarios y anaqueles, entre cómodas y bargueños, intentaban salir del paso. La consigna era que «Tenían que ir disfrazados», fuera de lo que fuera. Algunos estuvieron faltos de ... tiempo. Desde la noche anterior continuaban con una diversión interminable. Habían transgredido los tiempos y no recodaban que habían quedado a las nueve horas en el Hemiciclo del Congreso de los Diputados. Hubo quienes encontraron, en viejos baúles, viejas túnicas y estolas, sotanas y casullas. Tomaron la decisión más acertada, irían de «mea pilas». Otras hallaron vestidos de colores chillones, con pashminas de motivos florales y abalorios de fauna amazónica, con ello aspiraban a competir con la Bruja Avería. Otros, el día anterior habían tenido la oportunidad de acudir a la sesión Vip del estreno de Gladiator 2, y tomaron el modelo. Sin pelos en el pecho, pero con barba y bigote, y porte de palomo embuchado pretendían dar una talla rompedora y de supremacía. Hubo algunos que, con un aspecto algo tímido, ostentaban una retranca de muchas millas y un punto de maldad superlativa. Algunas y algunos, con disfraz de Conde Drácula, como si aquello no fuera con ellos, se permitían el lujo de desangrar y exprimir todo lo que se les pusiera a tiro. Hubo uno en concreto que se disfrazó de pirata, no tenía pata de palo, ni parche en el ojo, pero se le veían las malas intenciones por las leyendas de sus múltiples tatuajes. Uno de los convocados encontró una piel de cordero, intentó asumir la identidad ovina, pero con tan perversidad como tenía le quedaba bastante pequeña. Intentó justificarse con argumentos victimarios. Al principio engaño a todos, pero al final se descubrió que era un lobo feroz.

Después de muchas leyes y eternos debates, de reivindicaciones y derechos que se creían conseguidos, de manifestaciones y algún que otro logro, se demuestra que no hemos avanzado tanto como pensábamos en lo que a la igualdad de género se refiere. Siguen existiendo dos mundos paralelos, el oscuro y ruin de los agresores que campan a sus anchas y el desconcertante, menospreciado y a veces muy cuestionado de las víctimas. Las cosas coinciden en el tiempo, como la película de Iciar Bollain «Soy Nevenka» o la de Paula Ortiz «La Virgen Roja», ambas basadas en hechos reales, y que ponen de manifiesto que ninguna mujer está libre de ser destruida, da igual su estatus social o su sabiduría. O el conocimiento que tenía Alice Monroe, premio Nobel de Literatura, de la violación durante años de su hija por parte del padrastro, importándole más su prestigio que la dignidad de sucesora. Sin olvidarnos de la violación grupal sufrida por Giséle Pericot con la trama narcótica urdida por su marido, y que nos lleva a percibir que los lobos no actúan en solitario, la manada los aplaude o cuando menos mira para otro lado

Ningún lobo puede sentirse alimaña y víctima a la vez, sólo hay un camino, el del peso de la Justicia, y si puede ser con reparación a las mujeres agredidas y petición pública de perdón mucho mejor.

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