OPINIÓN
Cruz, sangre y roja
Los ataques a hospitales, colegios y centros de refugiados de Naciones Unidas en suelo palestino no tienen precedentes en la historia bélica de la humanidad
La barbarie de la guerra va implícita en su nombre. La crueldad de las batallas convierte al ser humano en un vil malhechor sin escrúpulos. Aquella parecía que iba a ser una batalla más, de esas que jalonan página a página los libros de historia, ... con sus ejércitos en formación, con sus tácticas y estrategias, con miles de hombres que no sabían precisar el porqué de aquello, pero la razón quiso que algo de bondad surgiera entre tanta sinrazón.
Fue en Solferino, al inicio de verano de 1859. El ejercito austriaco, al mando de Francisco José, fue derrotado por las tropas de Napoleón III. En apenas nueve horas, a las claras del día, más de 6000 muertos y más de 20000 heridos. Un joven suizo, Henry Dunant organizó a las gentes del lugar para apoyar y auxiliar a los heridos de la trágica batalla. Allí nació la Cruz Roja. Su propósito era crear sociedades nacionales de socorro para ayudar a los heridos de guerras. En estos días se cumplen los 150 años de su fundación en Cádiz por el médico Juan Bautista Chapé (JM García Cubillana y FG Conde Mora)
Actualmente existen 192 sociedades internacionales en todo el mundo bajo la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Su presencia en los conflictos bélicos se ha convertido en un garante de la mínima decencia bélica. Su figura es tan diaria que podemos ver sus chalecos identificativos colaborando en situaciones de ayuda humanitaria por hambre o catástrofes naturales, en crisis migratorias o atendiendo a los colectivos excluidos socialmente. Sólo su presencia aporta ese plus de tranquilidad y sosiego que las emergencias requieren. Pero en la franja de Gaza todo se ha ido al traste.
No nos engañemos, la barbarie de la retransmisión en directo de una guerra como la invasión de Ucrania sólo fue un mero ensayo. El plato fuerte estaba por venir. Los ataques a hospitales, colegios y centros de refugiados de Naciones Unidas en suelo palestino no tienen precedentes en la historia bélica de la humanidad. La primera victima de cualquier guerra es la verdad
Lo peor de todo es que los genocidios y los holocaustos siempre tienen un camino de vuelta.
En estas negociaciones para liberar a las personas secuestradas por Hamás se están intercambiado vidas inocentes solo algo por tiempo sin bombas, a sabiendas de que la masacre continuará hasta que la sed de venganza de paso a la razón. Por cruel que sea un ataque terrorista un país democrático no debe ampararse en una religión ultraortodoxa para clamar la ley del talión. Como siempre la balanza del número de víctimas se decantará por los débiles, pobres y expulsados de su tierra. Lo que estamos viendo estos días supera lo que cualquier persona de bien puede soportar. La indignación por la pasividad de los organismos internacionales nos lleva a desconfiar de cualquier solución definitiva de esta guerra interminable en Oriente Medio
Sembrar odio y reclamar venganza son las peores de las decisiones.
El emblema de la Cruz Roja se ha teñido de Rojo Sangre.