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LA TERCERA

Sexo consentido y vulnerabilidad

«Una vez erigido el consentimiento en el criterio fundamental de la sexualidad, el tiempo ha demostrado su fragilidad como principio rector cuando no va acompañado de una educación integral de la persona que garantice un respeto exquisito de la dignidad de cada ser humano»

Nieto

Aniceto Masferrer

Recientemente me contó un buen amigo que un día, después de cenar, entró en una discoteca, cometió el error de beber más de la cuenta, y tuvo una noche salvaje, en la que no sabe exactamente lo que hizo y de la que tan sólo ... guarda algunos recuerdos –entre ellos, dónde, cómo y con quiénes terminó– que preferiría borrar completamente de su memoria y de la de sus copartícipes. Él no buscaba ni quería todo eso, pero el ambiente y el alcohol contribuyeron a que hiciera lo que, en realidad, no quería hacer. Este caso no es extraño, pero hoy resulta muy frecuente –entre adolescentes, jóvenes y menos jóvenes– recurrir al consumo de alcohol como medida desinhibitoria que facilite las relaciones sexuales. Otros prefieren, con el mismo propósito, recurrir al consumo de drogas, que resulta todavía más estimulante. Esto es lo que hacen quienes se dedican a protagonizar películas pornográficas que, una vez grabadas y subidas a internet, son visualizadas por cientos de millones de personas a partir de los 8-10 años. Y es que para emular esas relaciones fantasiosas –y, en muchas ocasiones, violentas– hace falta una buena dosis de desinhibición y estimulación física que sólo proporcionan el consumo del alcohol y/o de drogas.

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