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BALA PERDIDA

El adiós de Rafa

Hay deportistas que arriman a su gremio una cátedra eterna. He aquí el caso

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Ángel Antonio Herrera

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El adiós de Rafa Nadal nos despide a muchos del tenis. Quiero decir que Nadal está más allá del deporte escogido, y así muchos somos forofos del Rafa, aunque no tanto del tenis. Yo acudo al tenis de Rafa por presenciar el entusiasmo, y ... no tanto un buen saque. Hay deportistas que arriman a su gremio una cátedra eterna. He aquí el caso. Por encima o por debajo de su majestad de podio, lo que asoma en Nadal es el vigor en camiseta, la pugna de vitamina del espíritu, la fe en el ahínco que ha ido sacando no se sabe de dónde, si venían épocas decaídas. Parece, en él, que no estuviera en juego un set sino una hazaña. Yo al tenis le pillé cierta afición por las tenistas en minifalda, o sea, que mi afición era más bien erotomanía. Salvo en el caso de Nadal, porque con él no asistes a un partido sino a un crecido desafío íntimo, el suyo. Nadal es Nadal. Nadal es Rafa, el apolo nacional que no da un susto de peluquerías locas o ropero de fantasía, pero cumple un tirón entre las gradas diversas, porque es el titán sin adorno. Entre metrosexuales de tatuaje, es un chaval que se pone el traje que toque, y pasa de todo. Llevó greñas en un tiempo, pero aquellas greñas eran un modo de no ocuparse de las greñas. Estuvo de moda, pero no estuvo en la moda con escaparate del deporte planetario del momento, que es un cruce de confeti y talonario. Preside el cuadro de honor de los atletas nacionales de ahora y de siempre, zona titanes, y siendo figurón, no va de figura. Nadal tiene un poco o un mucho de coleguita de esquina que luego va y se pone un traje para recoger los laureles mejores de su gremio. Tiene algo de vecino al que se le conoce en todo el mundo. A veces me incomoda que él nunca se incomoda, pero salió perfecto al ralentí. No esquiva el coñazo de los selfies. Tiene una esposa silente y serena, Xisca Perelló, a la que él llama Mery. Ella evita los focos de consorte, y en la grada lleva el entusiasmo por dentro. No ha ganado Rafa Roland Garros, tantas veces, sino definitivamente el partido al tenis.

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