DESDE MI GRADA
De Justo torea por bajo
Los olés de Sevilla rugían, con el público puesto en pie: un gran comienzo de faena, que había servido para dominar al toro y enseñarle a embestir
¡Qué hermoso es el buen toreo por bajo y qué pocas veces podemos verlo! No me refiero a los manidos doblones con que ahora se inician casi todas las faenas, sino al auténtico toreo por bajo, que responde a lo que piden las condiciones ... del toro y que une la eficacia con la belleza. Esta tarde, hemos podido disfrutar con dos hermosas versiones, en líneas muy distintas.
El tercer toro pareció templarse después del puyazo: Emilio de Justo capotea a cámara lenta pero el toro se le queda debajo y le pega una fuerte voltereta. Con una ancha venda blanca en la pierna, inicia la faena con largos muletazos por bajo, a una mano, con la rodilla flexionada y el compás abierto, cargando la suerte, llevándolo «hasta allá lejos» . El toro se había venido arriba y el torero, también. Los olés de Sevilla rugían, con el público puesto en pie: un gran comienzo de faena, que había servido para dominar al toro y enseñarle a embestir. A partir de ahí, se encadenan los naturales vibrantes, con un toro que repetía. Mata igual de bien que a su primer Victorino, vaciando la embestida, cruzando de verdad (algo que tampoco solemos ver). Las dos orejas son justas y la vuelta al ruedo al bravo toro, también. Lástima que el último no le permitiera redondear del todo su tarde.
Torear sin toro es imposible… salvo para Morante. Y torear con gusto y aroma clásicos, además. Devuelto el flojísimo primero, el sobrero es parecido: Morante se inventa el toro, le saca mucho más de lo que llevaba dentro. El cuarto no es mucho mejor pero José Antonio juega con primor los brazos. Sin quitarse la montera (como hacían los antiguos y repitió Esplá), comienza con unos ayudados por alto, cargando la suerte, que ahorman al toro: un muletazo que hoy no da casi nadie, por la moda vertical y amanoletada que ha impuesto José Tomás. Con suavidad, suelta la mano en unos muletazos por bajo deliciosos, llenos de aroma sevillano. Luce su torería en los desplantes y hasta yéndose del toro. Mata fácil, se queda solo y todavía intercala naturales y ayudados.
Conclusión: hasta sin toro da gusto ver torear a Morante. Pero lo que preferimos es ver la unión de un toro bravo y un torero, también bravo, además de clásico. Los muletazos por bajo le han servido a Emilio de Justo para entrar definitivamente en Sevilla.
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