EL BATALLÓN
Segoviano y compañía
Átense los machos: al preguntarle por la autodeterminación, la nueva magistrada del TC dice que la Constitución «puede dar mucho de sí»
«Creo que no hay que tener miedo a ningún planteamiento, a ninguna posición ni sugerencia que se nos haga», porque –dice Segoviano– «la Constitución todavía puede dar mucho de sí». María Luisa Segoviano, que contestaba así en la radio a la posibilidad de la ... autodeterminación de un territorio, es una nueva magistrada del TC, a propuesta del bloque 'progresista' del CGPJ, y ha tardado lo que un pestañeo en abrir un ventanuco por donde asomarse a lo que se cocerá en los nuevos plenos del Constitucional tras su convulsa renovación. «Es un tema complejo, con muchas aristas. No hay que rechazar de entrada nada, pero eso no quiere decir que se admita», insiste Segoviano, pues «este tipo de planteamientos deben ser estudiadas con sumo detalle, con sosiego y desapasionamiento».
El detalle, el apasionamiento y el sosiego duran en realidad más bien poco en este asunto. No hace falta ni leerse toda la Constitución, basta con pasar una hoja para toparse con el Título Preliminar, artículos 1.2 y 2, donde se proclama que la «soberanía nacional reside en el pueblo español» y «la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». Por eso, por estar tan claro, resulta inquietante que Segoviano vea alguna posibilidad de estudio de un asunto que la Carta Magna cierra tajantemente. ¿Dónde reside entonces la complejidad que observa Segoviano? Desde sus tiempos de secretaria judicial sabe Segoviano que el texto de 1978 deja claro que sin su reforma agravada (es decir sin la participación del primer partido de la oposición) es imposible que sea constitucional que una autonomía, una provincia, una comarca, un cantón (si lo hubiera), una ciudad, un barrio, una calle o una comunidad de vecinos decida autónomamente desgajarse del resto de España y proclame su independencia.
Los trapaceros tejemanejes de Sánchez y Bolaños para conseguir a toda costa cambiar el signo del TC, comparables en finura con la de aquellos trileros que demostraban sus habilidades sobre una caja de cartón en las inmediaciones de la estación de Atocha, coincidieron con las últimas dádivas a los separatistas y el allanamiento del futuro penal de sus socios (previamente indultados) a través de fulminar los delitos de sedición y malversación. Eso sí que merece ser estudiado con el «sosiego», el «desapasionamiento», el «sumo detalle» y el «dar mucho de sí de la Constitución» de los que habla Segoviano. Sobre todo tras el mensaje de Nochebuena del Rey y el toque de atención de Bruselas, denunciado que ese manoseo nocivo erosiona las instituciones. La reacción de los socios de Sánchez, arremetiendo contra el jefe del Estado, confirmaron que el objetivo es terminar con el denominado «régimen del 78» para abrir un nuevo periodo de constituyente. En este punto, resuenan como un trueno aquellas palabras de Juan Carlos Campo, entonces ministro de Justicia y hoy compañero de Segoviano en el TC, cuando les dijo a los de ERC en el Congreso que «hay que abordar entre todos la salida a una crisis y un debate constituyente». Un lapsus, ya saben...
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