EL BATALLÓN
El 'príncipe de las Marismillas' no vota
El escapismo, la indecente elusión de toda responsabilidad en el estropicio provocado, es uno de los principios fundacionales del sanchismo
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El sainete no pudo tener un final más lógico: el Gobierno partido (otra vez) en dos y su presidente a seiscientos kilómetros del abrasador fuego que él mismo ha ayudado a avivar, quitándose de en medio del descalzaperros que ha consentido y por el que ... un día hasta llegó a sacar pecho. Ya ven, todo un valiente este Sánchez: él, ayer, tan ricamente en Doñana, reviviendo quizá esos plácidos veraneos en la marisma pero en campaña y echando la culpa al PP de algo, lo que sea, mientras en el Congreso se trata de evitar que más depredadores sexuales (violadores, pederastas, estupradores y otros canallas de manual) sean beneficiados penalmente por su acción de gobierno. No cinco ni seis, no, que ya son ¡mil! los miserables agraciados... «Efectos indeseados», ha dicho últimamente el 'príncipe de las Marismillas', poniendo carita de pena y aparentando que está cerca de la angustia, rabia y desazón que ha provocado en la sociedad, en general, y en particular en esas mujeres y niños, en las víctimas a las que aquel infausto día de la violación les cambio la vida para siempre. Y como último 'regalito', como última humillación a todos ellos, no se molesta ni en ir a votar la reforma de la ley. ¿Cómo no va a mantener en el Gobierno a Irene Montero, conocida ya como 'la consentida' tras el estrepitoso revolcón, si ni él mismo tiene el gesto de escenificar que apoya el cambio de la ley?
El escapismo, esa cobardica elusión de toda responsabilidad en los «efectos indeseados» y resto de desatinos de su gobernación, es un principio fundacional del sanchismo, uno de sus pilares. Y para ello, para escapar de todos los líos y desviar la atención, Sánchez se ha convertido en un especialista en lanzar cortinas de humo que distraigan, una práctica política tan vieja como la política, evolucionada del 'ad calendas graecas' de los romanos hacia la más castiza 'espera sentado, majete', porque toda esa pirotecnia no es otra cosa que fuego fatuo. Ejemplo: si al PSOE le estalla el caso del Tito Berni –corrupción monda y lironda en el Congreso con cuchipanda en el Ramses y final feliz (para algunos) en el puticlub Sombras– se inventa una cruzada contra Ferrovial mandando a los ministros contra la compañía; cuando le sale mal la añagaza contra los «antipatriotas» del puro y pierde esa batalla, lanza otro señuelo y se pone a dar voces proclamando que «Doñana no se toca» o se pone a prometer pisos para todos. Esta última acrobacia fue lanzada en el Congreso para cubrir la falta de explicaciones sobre su entrega a Mohamed VI y tiene en sí misma una mascletá de bombas de humo: primero prometió 50.000 pisos de la Sareb que a las 48 horas se quedaban en 9.000; descubierta la trampa, improvisa otra oferta de 43.000. Hay quien se ha entretenido en recopilar todas las viviendas prometidas en la legislatura y le salen más de 200.000, de las que no se ha creado ni una, toda una macrourbanización de mentiras. Esto resume su estrategia y mide la altura moral del 'príncipe de las Marismillas', quien tantas veces se convierte en un simple petardista de feria que esos que encienden la traca y salen de naja.
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