Hoy no puedo

Cuanto más trabajo más se me pone la cara agria y miro más al techo y las cosas empiezan a suceder como una batalla monumental contra el tiempo, mi cansancio y, lo que más duele, las cosas que me estoy perdiendo ahí fuera

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Me sucede estos días eso de no tener tiempo para nada. También sucede que me he puesto la mesa de trabajo dando al patio interior y, ya ves, soy como un preso. Esta columna, quizás, tenga tintes de eso. Te escribo desde mi celda particular. ... Hay gente a la que pone lo de estar así, fíjate. El recogimiento. A mí, nada. Miro por la ventana hacia el piso contiguo y elevo la vista cada tarde, justo antes de que anochezca, como diciendo «un día más que se va». Escucho el revoloteo de las palomas y la cena que ya comienza a hacer mi vecino y yo que la huelo y el estómago que se quiere mudar o al menos negociar cara a cara un nuevo horario. El caso es que no me muevo de la silla ni a la de tres últimamente.

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