OPINIÓN

Me gustabas más en las maquetas

Queremos lo que nos gustaba, pero nuevo. Todo el rato. En tiempo y forma, además. Y si no, ya no vale

Yo nací torpe para muchas cosas, pero sobre todo para llevarle el paso al tiempo. En cuanto a las modas, en concreto, confieso que un puto desastre. La peli de moda, el libro de moda, el filósofo de moda, el meme de moda, la canción ... moda…intento llevarle el pulso, pero me canso. De niño fui muy pronto un niño viejo y ya más mayor, al final, ni niño, ni viejo, sino igual, niño viejo. Ni a la moda, ni vintage. En medio. Tú sabes, las cosas de cada uno.

Intento que no se me note mucho por no aburrir al personal, pero me pasa que cuando estoy viendo una serie resulta que tocaba verla hace tres años y estando de cervezas tengo que tener un cuidado tremendo porque de repente, sin previo aviso, un colega me cuenta el final, como si un gesto tan de mala persona hubiera prescrito por el mero hecho de que uno a veces se despista. Es como si las cosas caducasen. Yo me imagino un montón de tipos llorando por las esquinas después de haber dedicado su vida a pulir un guion que tú te has fumado en una tarde y ya no te importa, porque viene otra.

Pasa incluso con la música, hace unos días descubrí un grupo en Spotify, unos chavales, tendrán veintitantos años, se lo cuento a otro amigo y me dice que están desfasados, que de eso hace siglos, y que ya no mola porque ahora canta cosas que molan menos. Que su mejor momento pasó. Veintitantos.

Sucede que esto de consumir en los tiempos donde las cosas solo se consumen es agotador, la verdad. Sobre todo porque hay quien igual que se traga así una serie o un disco también se traga la vida. Nos aburrimos pronto. Demasiado pronto, diría. De las canciones, de las series y de la gente. Se mitifica a todo dios al instante, cualquiera es un posible 'One Hit Wonder', porque el goce está, en realidad, ahí, en enterrarlos luego. En estar un paso por delante del resto y desdeñar cada paso en falso.

Es como si el grueso del consumidor estándar se hubiera convertido en aquel esnob de turno tan típico que únicamente le gustaba algo cuando solo lo conocía él. Pasado a la vida real, es como si de repente te encuentras por la calle a tu primer novio, lo ves con un niño en brazos, feliz, enamorado, con curro y le dices: «oye, todo bien, pero me gustabas más en las maquetas».

Es perverso por dos veces el asunto, porque igual que pedimos espectacularidad, cambios de luces y hacer el pino en 4K a casi cualquiera que se presta a respirar de seguido, también se les requiere que no cambien un ápice el día que les damos nuestro aprobado. La conclusión, en realidad, es que de una manera casi esquizofrénica le acabamos demandando al otro que se pliegue al deseo de uno. Queremos lo que nos gustaba, pero nuevo. Todo el rato. En tiempo y forma, además. Y si no, ya no vale.

En esas, te diría que todo está perdido de antemano, que es para mí la mejor forma de plantearse las cosas. No voy a ver todas las series de moda que me quedan esta noche, eso seguro. Tampoco volveré a ser el chavalito idealizado que tendría alguno y alguna que otra hace unos años. Porque sí, también yo he pensado a veces que molaba más antes, cuando la vida no había pasado siquiera por mi casa. Todavía no sé hacer el pino.

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