opinión

Diciembre son todas las cosas

«Esta cosa precaria del vivir, mezclada con una autoestima generacional que decrece por momentos, desanima al más pintado»

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Hay pocos meses que me provoquen tanto recelo como diciembre. Tiene por costumbre hacer tediosos los días porque los días a esas alturas casi no existen. Y en la noche, de tanto frío y tanto resfriado que uno pilla, la mayoría de veces uno se ... encamina hacia una introspección que molesta. Diciembre evalúa. No sé tú, pero yo, al contrario de lo que se suele ser tradición, no hago cuentas el día 31. Las hago mucho antes. Pasa como esos días después del examen, que está por ver la nota, pero que ya te la imaginas. A mí me pasa que el último día del año intento ya olvidarme de las cosas. Nunca he terminado de pillar si en el fin de año la gente celebra que viene un nuevo año o que, más bien, el otro se acaba. El mundo podría dividirse, quizás, entre esos dos perfiles. En mi caso en esas fechas me acojo ya a un vacío festejar por festejar, ya te digo. Perfil bajo, ni muy contento ni muy triste, porque llevo ya un mes entendiendo que la mayoría de cosas que quería yo hacer, no las hice o se me olvidaron o simplemente eran imposibles. Sí, diciembre es el mes de la lechera y su cuento. Y en esas caemos todos.

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