La alberca
Ya sabes lo que no puedes preguntar
El show de los anónimos en La Moncloa fue tan bananero que el cara a cara con Feijóo ha sido alta política
El show de Sánchez en La Moncloa para abrir el curso político parecía su mayor logro bananero hasta ahora, pero entonces apareció Yolanda Díaz con el tope de precios de la cesta de la compra y le pasó por encima. Las propuestas caribeñas del presidente y la vicepresidenta ... me recuerdan la genial cantinela de Emilio Aragón en su gag ochentero del sátrapa brasileiro: «Menos samba e mais trabalhar». Lo de acotar los precios de los productos básicos –que es el verbo preciso frente a la nueva acepción de topar– no merece ninguna reflexión que no vaya acompañada de espumillón y matasuegras. Queda todavía mucho para el carnaval aunque Monedero se empeñe en disfrazarse de demócrata en cualquier época del año. Lo prueba su reflexión sobre el referéndum que ha rechazado la Constitución populista de Boric en Chile. El ideólogo podemita analiza así el batacazo: «Es evidente que ha faltado explicación y sobrado miedos. Pero la mayoría del país ha expresado su voluntad de salir de la Constitución de la dictadura y votar un nuevo texto». Si le quiere usted explicar a su hijo qué es un sectario, aquí se la pone botando. Pero lo realmente grave no es que el aparataje comunista esté hirviendo sino que Pedro Sánchez asuma las ideas populistas y copie las populares. El acto turiferario de La Moncloa con ciudadanos 'anónimos' preguntándole por la obesidad infantil fue un festival laudatorio de tal magnitud que dio repelús. El cara a cara de ayer con Feijóo en el Senado fue alta política después del vodevil propagandístico del lunes. Como le dijo el inefable presidente de La Liga a Juanma Castaño en la Cope, tú ya sabes lo que no se puede preguntar. Pensaba que la estrategia sabatina durante la pandemia de seleccionar previamente las preguntas había sido el colmo, pero gracias a Dios me sigue sorprendiendo mi inocencia, a la que me aferro, de perdidos al río, para ver si hay suerte y el presidente contesta a alguna de las cuestiones que yo esperaba con ilusión. En La Moncloa y en el Senado. Las voy a poner aquí por si cae la breva.
¿Va a hacer caso a su vicepresidenta y acotará el precio de la cesta de la compra? ¿Qué medidas tiene previstas para combatir la inflación este otoño? ¿Puede decirme a cambio de qué exactamente ha acercado al País Vasco al asesino de Miguel Ángel Blanco? ¿Va a hacer algo el Gobierno por acercar también a su pueblo a Miguel Ángel Blanco, cuyos restos fueron trasladados por su familia a Galicia porque la tumba era profanada a diario? ¿Cómo va la Mesa de Diálogo con Cataluña, se ha hablado algo del fugitivo Puigdemont? ¿Va a conceder usted el indulto a los condenados por los ERE? ¿Nos puede dar la lista de asesores de La Moncloa, sus salarios y sus currículos? ¿Quién paga el descuento que ha puesto en marcha en el transporte público? ¿Usted invita y las comunidades pagan? ¿Por qué cree que le abuchean cuando sale a la calle? Tengo muchas más, pero acabo con la más sencilla: ¿por qué no contesta a estas preguntas?
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