La Alberca
El régimen «colabora con quien colabora»
Es un hecho incontrovertible que los empresarios que denunciaron la corrupción han perdido su negocio
VA por ahí una sonora patulea de tertulianos diciendo que el PSOE no ha sabido explicar bien los ERE y que no se malversaron 680 millones de euros, sino pequeñas cantidades de ese presupuesto. Este es otro de los mantras que ha tratado de colarnos ... el antiguo régimen, pero es tan torticero que ya sólo puede defenderlo en público un hiperdependiente. La idea que difunden es que el dinero se usó para prejubilar a empleados que habían trabajado durante años en las empresas agraciadas y que, por tanto, sólo sería realmente fraudulenta la cantidad que se destinó a pagar las pensiones de los intrusos, militantes y familiares de muchos de los cargos condenados que no habían trabajado nunca en las compañías en las que fueron prejubilados. Lo que enarbolan en las tertulias, sin pudor ni empacho, es que el fin justifica los medios. Es decir, que se puede desviar presupuesto fuera de los cauces legales si es por una buena causa y que, obviamente, las buenas causas las decide la izquierda desde su atalaya moral. Imaginemos, que no es el caso, que los sindicatos adujeran que no tienen por qué justificar en qué se gastan las subvenciones, menuda trabajera, porque su causa es buena por antonomasia. Y que esas cosas sólo tendría que hacerlas la derecha dada su malevolencia intrínseca. Las normas serían sólo el mecanismo con el que los santos progres controlarían las perversiones innatas de los satánicos fachas.
Esta teoría demuestra hasta qué punto se naturalizó en Andalucía una filosofía de la corrupción que es mucho más grave que la malversación de fondos públicos. En la grabación que dio origen al caso está la madre del cordero: «La Junta colabora con quien colabora». Los dos individuos que exigieron una mordida a unos empresarios sevillanos a cambio de la gestión de una escuela de hostelería lo dijeron con toda serenidad en aquella charla. Si te portas bien con el partido, el partido se porta bien contigo. En la vorágine del fallo del Supremo se ha contado con detalle todo lo que supuso el monumental escándalo de los ERE, desde el desvío de casi 700 millones a un 'fondo de reptiles' para eludir los controles —el fin no justifica los medios, estimados voceros—, a los intrusos, las ayudas directas a afines, los sindicalistas conseguidores, los empresarios de la cuerda... Pero ha pasado desapercibido un detalle que resume con exactitud en qué consistía el régimen. Aquellos dos hosteleros que denunciaron la extorsión regentaban desde 1954 el restaurante La Raza a través de una concesión del Ayuntamiento de Sevilla. Después de 65 años, el gobierno socialista sacó de nuevo a concurso el alquiler y resultó ganadora una empresa previamente rescatada con 29,3 millones por el Ejecutivo sanchista. Todo ha sido limpio, escrupulosamente legal, pero es un hecho incontrovertible que los denunciantes del mayor escándalo de corrupción de la democracia han perdido su negocio. Y es inevitable oír el eco de aquellos personajes diciendo que el régimen «colabora con quien colabora».
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