EDITORIAL ABC
Paz y discreción en la Fiscalía
La Fiscalía no se rige por un sistema asambleario, sino por la autoridad del fiscal superior, hasta llegar al fiscal general del Estado.
La operación Lezo está siendo el detonante de conflictos en el seno de la Fiscalía que deben acabar cuanto antes, por el bien de la institución y del interés general. Las discrepancias en la Fiscalía Anticorrupción tienen un marco regulado para su solución, que se basa en los principios constitucionales de unidad de actuación y jerarquía interna del Ministerio Fiscal, ambos imprescindibles para que este órgano cumpla sus funciones con eficacia. Lejos de ser necesario el autoritarismo que impuso en su época Conde-Pumpido, los superiores jerárquicos del Ministerio Fiscal tienen la responsabilidad de dirigir sus equipos con flexibilidad y prudencia, integrando en sus decisiones, y en la medida de lo jurídicamente posible, los criterios mayoritarios. Pero también deben exigir a sus equipos que fijen con claridad su participación en los procesos penales y que se atengan al principio de legalidad. La Fiscalía no se rige por un sistema asambleario, sino por la autoridad del fiscal superior, hasta llegar al fiscal general del Estado. Si no fuera así, la Fiscalía no se habría querellado contra Mas, porque los fiscales del Tribunal Superior de Cataluña se opusieron a esta querella y sólo se presentó cuando lo ordenó el entonces fiscal general, Torres-Dulce.
La corrupción no puede ser un factor de contaminación. Bastante daño hace con desacreditar a las instituciones públicas . No hay que añadir, además, enfrentamientos internos en el Ministerio Fiscal. Aquellos que generan discrepancias de criterio, absolutamente normales, dentro la Fiscalía, deben ser conscientes de que, una vez fuera de la institución, se convierten en armas arrojadizas y manipuladas contra sus máximos responsables. Nunca como ahora, el fiscal general y el fiscal Anticorrupción han explicado tan extensamente sus decisiones internas. Las mismas que faltaron en otras épocas en que, entonces sí, la Fiscalía era una verdadera servidumbre del Gobierno.
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