Editorial ABC
Vuelta a las andadas federalistas
No es momento de reintroducir en la opinión pública la incertidumbre sobre la capacidad del Estado constitucional de sobreponerse a los desafíos secesionistas
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El PSOE ha incluido a última hora en su programa electoral la apuesta por un modelo de Estado federal basado en la plurinacionalidad de España. Lo confirmó ayer Pedro Sánchez en una entrevista, dando así satisfacción a los sectores de su partido que están activamente comprometidos con políticas filonacionalistas, como sucede en Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Baleares. Más sangrante fue para el líder socialista que horas después Miquel Iceta, del PSC, se jactase públicamente de haber doblegado a Ferraz. La apuesta del separatismo catalán por la vía violenta, ya sea defendiéndola, induciéndola o contemplándola, parecía haber llevado a Sánchez a un repliegue de propuestas que, como la federalista o la plurinacional, encierran el reconocimiento de que los nacionalismos tienen razón cuando afirman que la Constitución de 1978 está agotada. El discurso que quiere el separatismo de los partidos constitucionalistas es el de la pérdida de autoestima y seguridad en el orden constitucional y en el Estado de Derecho. El PSOE se equivoca de nuevo al regalar a los nacionalistas la idea de que los conflictos con el Estado se resuelven cambiando la Constitución, pero no exigiendo lealtad a los que quieren romper el orden constitucional. No es momento de reintroducir en la opinión pública la incertidumbre sobre la capacidad del Estado de sobreponerse a los desafíos secesionistas, porque, en Cataluña, la Constitución no es el problema, sino la solución.
Los socialistas se enredan otra vez en el laberinto de una propuesta federalista confusa y difusa, que nunca se concreta en un modelo que permita contrastarlo con el sistema constitucional vigente para saber en qué lo mejora. La eficacia del debate vacío sobre el federalismo la encuentran los separatistas en ese principio de plurinacionalidad, que desborda el concepto de «nacionalidades» establecido en la Constitución como precio coyuntural que fue al apoyo -desleal- del nacionalismo al pacto constituyente. La plurinacionalidad es hoy la enmienda a la totalidad de la soberanía del pueblo español, pero también la excusa partidista que encuentran los socialistas valencianos y baleares, en el ejercicio del poder autonómico, para socavar la igualdad entre españoles y quebrarla por los flancos de la lengua, la historia y la cultura, como unos nacionalistas más.
No es posible sostener, más que en el doble lenguaje del sectarismo de Sánchez, que el socialismo es la ideología de la igualdad y la fraternidad y, al tiempo, promover la división ciudadana por razones lingüísticas y culturales. El nacionalismo es un movimiento visceral que halla su sentido en la lucha contra las ideas ilustradas, contra la igualdad y el principio de legitimación democrática. A ese nacionalismo le conviene que el PSOE siga jugando con el fuego del federalismo y la plurinacionalidad.