Es el vuelco
Los andaluces han decidido liberarse del patrocinio que sobre ellos ejercía el Partido Socialista

Les decía ayer que todo era posible en las elecciones andaluzas, pero no me imaginaba que se retrasasen los resultados más de dos horas por faltar papeletas en ciertas mesas de Sanlúcar de Barrameda. Los malpensados olían pucherazo, pero con patinazo basta -esas cosas ocurren ... sólo en el tercer mundo- y aparte de que bastantes españoles se fueran a la cama sin saber los resultados definitivos, al no darlos los telediarios nocturnos, había ya un dato real y determinante: la participación había bajado cinco puntos respecto a las últimas elecciones. Y no sólo eso: el descenso se concentraba en los feudos tradicionales del PSOE, mientras en los del PP aumentaba. La primera sorpresa de la noche.
Que el PSOE iba a ganar se daba por seguro, dada la red de intereses que tiene en la región tras 36 años de mandato. La incógnita era por cuánto. Ya en las últimas elecciones anduvo escaso y necesitó ayuda para gobernar, que Ciudadanos le prestó hasta darse cuenta de que estaba en un barco lastrado por la corrupción y lo abandonó para convertirse en uno de sus mayores críticos. Susana Díaz viene buscando socios y Podemos, representado por Adelante Andalucía está dispuesto a prestárselo, pero Teresa Rodríguez, que lo capitanea en Andalucía ni de lejos está dispuesta a dárselo gratis: quiere poder de verdad, de hecho, quiere ser ella la que manda, la Visir de la Sultana, dejando a ésta el cargo representativo, como Pablo Iglesias quiere hacer con Pedro Sánchez. A lo que la actual presidenta se niega. Su sueño es volver a la alianza con Ciudadanos. Pero hoy la tiene más lejos que nunca.
Albert Rivera sabe que otro enlace con el PSOE acabaría con sus posibilidades de ser un día presidente de gobierno, al quedar como el eterno traidor, alguien que cambia de pareja según las conveniencias. Se puede engañar a los electores una vez. La segunda ya no cuela. Su ambición era que Ciudadanos quedara por encima del PP, para destronar a Susana juntos, con su hombre en Andalucía, Juan Marín, al frente de la Junta. E incluso como segundo si no queda otro remedio, pues él apunta más alto: a La Moncloa.
¿Lo aceptará Casado, sabiéndolo? Si de verdad su principal objetivo es acabar con la hégira del PSOE en Andalucía, no tendrá más remedio. Las ambiciones personales no pueden impedir un cambio tan importante como sería éste, y ya habría luego lugar y tiempo para el duelo. En cualquier caso, la derecha se impone a la izquierda.
Queda por dilucidar el papel del último personaje: el de Vox, que ha irrumpido en Andalucía con mucha más fuerza de la que nadie contaba, quitando votos a todos, al PP, a Ciudadanos, al PSOE y, dicen que incluso a Podemos. Son pocos, pero decisivos en un espacio tan reducido. Ésa es la gran sorpresa, por lo que trasciende al resto de España. Aunque la última, la definitiva sorpresa es que los andaluces han decidido liberarse del patrocinio que sobre ellos ejercía el partido socialista. Eso es histórico.
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