Editorial ABC
Venezuela: Maduro o la libertad
La verdad es que en Venezuela no hay libertad y eso no se resuelve de ninguna manera que no pase por la salida de Maduro del poder y por el fin de la dictadura chavista
La dictadura venezolana vive en un permanente desafuero, de manera que puede permitirse mantener detenido sin juicio durante más de dos años a cualquier persona y ordenar su traslado a un arresto domiciliario con la misma arbitrariedad. Es decir, se reconoce como una verdadera tiranía porque dispone de la libertad de los ciudadanos con la mayor de las impunidades. Por supuesto que la vida del diputado opositor Juan Requesens será mucho mejor en su domicilio que en la celda de los servicios secretos (Sebin) donde ha permanecido injustamente recluido durante más de dos años, aunque solo sea porque estará más lejos del látigo de sus torturadores. Pero sigue sin ser un hombre libre y su destino está todavía en manos de cualquier cambio de humor del dictador. En las cárceles de Venezuela hay al menos 400 personas privadas de libertad por sus convicciones políticas, casi todos sin juicio ni condena o con condenas injustas, una cifra récord en la historia del régimen que pretendía transformar el país en un paraíso y que, como hoy afirma en ABC el representante de EE.UU. para Venezuela, Elliott Abrams, «es la sede mundial de la corrupción». En todo caso, si Maduro se imagina que puede negociar una eventual homologación del simulacro de elecciones que prepara para el mes de diciembre, a cambio de flexibilizar el cautiverio de ciertos opositores utilizados como rehenes, se equivocaría gravemente. No es aceptable la represión de los disidentes y lo es aún menos intentar regatear con su libertad. Tampoco sería de recibo que la comunidad internacional lo consintiera, porque no sería más que un pretexto para que la dictadura capturase más rehenes. La verdad es que en Venezuela no hay libertad y eso no se resuelve de ninguna manera que no pase por la salida de Maduro del poder y por el fin de la dictadura chavista.