Unos pocos a mejor, la gran mayoría a peor

Más allá de las típicas generalidades y brindis al sol de este tipo de documentos, el programa consensuado por Sánchez e Iglesias en materia de economía contiene inquietantes propósitos, dirigidos, como buena parte del texto, a no dejar títere con cabeza en alguno de los pilares donde se sostiene el Estado. Es el caso de la caja única de la Seguridad Social, que en virtud del acuerdo firmado por el PSOE con el PNV podría ver rota su unidad al prever el traspaso de la gestión al País Vasco. Lo que le faltaba a un modelo que viene reclamando medidas que lo hagan viable es que ahora empiece a desgajarse territorialmente, perdiendo así la única potencia que le queda ante el fracaso al que la izquierda ha llevado al Pacto de Toledo, al que se había encomendado su reforma. Sabedores los nacionalistas vascos que por las cotizaciones de los vascos son incapaces de sostener las pensiones de los jubilados vascos (por cierto, las más altas de España), saben que los mil millones anuales que les faltan los podrían recuperar renegociando el cupo. El País Vasco solo tiene 1,88 cotizantes por pensionistas, cuando la media nacional (que ya es baja) es de 2,18, por eso el Estado se ve obligado todos años a endosarles la mencionada cantidad, lo que hace incomprensible la queja de los nacionalistas. ¿Cómo piensa compensar el nuevo Gobierno el gastadero que promete (salario mínimo, pensiones, subvenciones) para hacerse el amable a los ojos de los españoles? Pues a la larga acudiendo al bolsillo de sus todos los ciudadanos. Y no precisamente al de los «ricos», sino al de todos. Así, el programa social-comunista deja entrever que podría llegarse a cobrar peaje en las autovías de la red nacional, hoy por hoy gratuitas «para garantizar su sostenibilidad». A la mayoría de los españoles les va a salir muy cara la estancia de Sánchez en La Moncloa.