Editorial ABC
La única salida para Torra es dimitir ya
Al ausentarse de una votación clave, la CUP permitió que prosperase una iniciativa del PSC, secundada por Ciudadanos, Comunes y PP, para que Torra tenga que someterse a una cuestión de confianza o, en su defecto, disuelva el Parlament y convoque elecciones
La autodestrucción del independentismo catalán vivió ayer un episodio más con la renuncia expresa de la CUP a seguir sosteniendo artificialmente a Joaquim Torra. Ya no se trata de que ERC y el PdeCat tengan estrategias discrepantes, o de que Puigdemont haya hecho añicos a su propio partido teledirigiendo una fractura desde Bélgica. Se trata de que los extremistas de la CUP pretenden dar el golpe de gracia a la legislatura más aciaga conocida por Cataluña en democracia. Ayer, al ausentarse de una votación clave, la CUP permitió que prosperase una iniciativa del PSC, secundada por Ciudadanos, Comunes y PP, para que Torra tenga que someterse a una cuestión de confianza o, en su defecto, disuelva el Parlament y convoque elecciones. Es el síntoma más evidente de la putrefacción política e institucional en que se ha instalado Cataluña de la mano de una Generalitat insolvente e irresponsable. De facto, el Parlamento catalán está cerrado. No hay debates, y cuando los hay son para despreciar a la oposición o para retirar la palabra de modo abusivo y autoritario a los partidos no independentistas.
Tampoco se aprueban leyes, y la Generalitat malvive en la bancarrota exigiendo dinero al Gobierno central de modo recurrente para poder abonar sus nóminas. Torra, como antes lo hicieron Puigdemont y Artur Mas, ha obligado a los catalanes a vivir en un bucle de imposible salida en la confianza de que Pedro Sánchez termine dándoles la razón con un referéndum para conseguir la autodeterminación. Torra está siendo investigado por la Fiscalía por desobedecer a la Junta Electoral Central y es la marioneta de un prófugo de la Justicia. Su única obligación moral es dimitir por el daño hecho a los catalanes.