Tres vértices

El ocaso de Cifuentes tiene una trastienda que da que pensar

Luis Ventoso

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Treinta y cuatro días después de destaparse que obtuvo un máster en condiciones fraudulentas, hecho que se empeñó en negar ridículamente a pesar de las pruebas, Cifuentes se ha visto forzada a dimitir. Le ha dado la puntilla la divulgación interesada de un vídeo de hace siete años, donde un guarda jurado la sorprende tras hurtar dos botes de crema en un supermercado Eroski de Vallecas, cercano a la Asamblea de Madrid. Cifuentes, que tenía entonces 47 años, era la número dos de la Cámara regional. Tres conclusiones:

-Cifuentes llegó al poder envuelta en la bandera de la regeneración, lo cual es muy saludable. Pero siguiendo la estela de Ciudadanos, un partido que ha puesto en cuarentena la presunción de inocencia, se vendió como látigo de presuntos corruptos, por lo que por mínima coherencia debería haber dimitido tras su inverosímil actuación al destaparse el fraude del máster. El problema radica en que Cifuentes no dijo la verdad al público cuando saltó el caso. Tampoco lo hizo ayer en su adiós, porque nadie se lleva artículos de las baldas de los supermercados por «un error involuntario». Los botes de crema son objetos inanimados, que se sepa no vuelan, y haría falta una presbicia galopante para pillar un par de ellos e introducirlos involuntariamente en el bolso.

-Dicho lo anterior, los españoles deberíamos preocuparnos muy en serio por las prácticas de ribetes mafiosos que se están instaurando en nuestra vida pública. El vídeo de Cifuentes hurtando en el súper tenía siete años de antigüedad. Alguien lo atesoró torticeramente con intención política y lo ha utilizado como arma cuando le ha venido bien. Se abre un debate sobre hasta qué punto la vida privada de un cargo debe estar abierta en canal al ojo público y sobre el uso político -y judicial- de dosieres e imágenes personales que circulan por los mercadillos de las cloacas. Todos hemos protagonizado momentos manifiestamente mejorables, que grabados en vídeo y divulgados en las inclementes y multitudinarias redes sociales nos humillarían. ¿Quién ha buscado la cabeza Cifuentes y por qué? Se manejan dos hipótesis: compañeros de partido a los que ella había denunciado, o muñidores mediáticos con los que había rozado. Resultaría saludable que se despejase la X del filtrador.

-Esta crisis vuelve a evidenciar el remoloneo del PP frente a sus casos de malas prácticas y corrupción, claves en la fuga de votos a Ciudadanos. Rajoy debió forzar la marcha de Cifuentes hace un mes. Digamos en alto lo que tantos dicen en bajo: una vez que se agote esta legislatura ya moribunda, el PP debe convocar un congreso totalmente democrático y renovar su cúpula con un nuevo líder (probablemente su único dirigente que ha logrado tres mayorías absolutas consecutivas tras la crisis). Ese flamante jefe habrá de poner el marcador a cero: barrido de caras casi total y catarsis. Mientras no lo hagan, el PP, formación clave para la unidad de la nación y la cordura económica, seguirá trastabillando como un pato cojo embadurnado en su brea de antaño. España necesita un gran partido conservador, renovado y moderno, y hoy tiene una fatigada formación funcionarial tiznada de puntos oscuros.

Tres vértices

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