Luis Ventoso
«Un tiempo nuevo»
Debido al resacón de la crisis de 2008 y a los lacerantes episodios de mangancia de nuestros dos partidos hegemónicos, la política española ha entrado en un ameno pero inquietante proceso de argentinización. España es el vergel de la «nueva política». La reserva mundial del regeneracionismo. Partidos virginales con líderes tertulianescos, que no han gestionado ni un club de filatelia, garantizan que liquidarán en un volao el paro y la corrupción. Además, si andas pillado no tendrás ni que pagar el gas, que te lo abonará el Estado, y por supuesto, adiós a los techos de déficit, que aquí somos más chulos que un ocho y no estamos para chuminadas alemanas. La efebocracia pondrá también fin por ensalmo al jaleo catalán, mediante un festival de besos y abrazos con los sediciosos, que felices con su «nuevo encaje» en España entrarán súbitamente en razón y arriarán la fijación separatista.
Por ahora, en la primera prueba del algodón, que son los ayuntamientos, se están viendo ya grandes recitales (pasmoso, por ejemplo, contemplar a unos ediles ovetenses encerrarse contra los premios Princesa de Asturias, que son una bendición en una ciudad de 223.000 habitantes de una región estancada). Pero nada importan los números y los datos, la efebocracia avanza, apoyada por las televisiones y el trance del PP. Estos son eslóganes más repetidos de la política tele-tubbie:
—«Hay que abrir un tiempo nuevo». Así arranca su alocución todo político que no tiene nada que decir.
—«Gobernaremos para la gente y no para los bancos». ¿Cómo no sucumbir al encanto de este clásico la jerga podemita? Claro que sí. Hasta que te paras a pensar que si los bancos se van al carajo la gente se va detrás. Si no se hubiese rescatado a la banca, el sufrimiento de los ciudadanos habría sido inenarrable y el país simplemente se habría escurrido por el vertedero.
Inventario de clásicos de la efebocracia
—«Ni Mas ni Rajoy. Una reforma federal». La empanada filonacionalista que explica la penuria electoral del PSOE. Eso no lo compra ni el conserje de Ferraz.
—«Haremos todo lo posible para no convertirnos en una nueva casta». Pero él no lo consiguió. La frase es del profesor Monedero, ya en casa por chanchullar con el fisco.
—«Si hay que desobedecer las leyes que nos parezcan injustas, se desobedecerán». Interesante aserto, con el que Ada Colau proclama su deseo de instaurar un modelo sin leyes, donde el poder podrá actuar de manera arbitraria al capricho de quien mande. Mussolini lo firmaría.
—«Hay que reformar la Constitución y abrir una Segunda Transición». ¿Y por qué? La Transición fue un éxito admirado en todo el mundo, que ha traído el mayor período de concordia y crecimiento de la historia de España. ¿Cuando los hoy lozanos Sánchez y Rivera peinen 81 abriles y anden por el parque paseando a sus nietos habrá que abrir la Tercera Transición?
—«Gobernaremos para los ciudadanos». Perogrullada que le encanta a Susana Díaz, quien la pronuncia con sentido aliento de estadista. Un clásico también del riverismo.
—«La fuerza del cambio es imparable». Iglesias Turrión. Instantes antes de la pájara y enfilar la cuesta abajo.