Sospechosos habituales
El atentado deja en evidencia el argumentario del Kremlin para intervenir en Siria
Dentro del esfuerzo realizado por el Kremlin para justificar su implacable intervención militar en Siria , Moscú ha logrado sacar cierto millaje al argumento de que se trataba de una especie de «guerra preventiva». Luchar aparentemente contra Daesh –y de paso salvar in extremis al régimen de Damasco– de acuerdo a la persuasión de Moscú era la mejor forma de acabar con las huestes de yihadistas procedentes de Rusia y otros espinosos lugares del espacio postsoviético.
El argumento « putiniano » de que es preferible luchar militarmente contra amenazas terroristas en el extranjero antes que hacerlo en casa propia no es precisamente novedoso. Ya lo utilizaron los neocons de la Administración Bush jr. como engañifa adicional para justificar la desastrosa invasión de Irak en la primavera del 2003. El problema es que deslocalizar y escalar militarmente la lucha contra amenazas terroristas puede sonar responsable, patriótico y hasta conveniente, pero no se traduce necesariamente en una mayor seguridad.
El atentado perpetrado ayer en el metro de San Petersburgo , coincidiendo con la visita de Putin a su cuna política para reunirse con el presidente de Bielorrusia, sirve como otra dolorosa evidencia adicional a favor de que en la lucha contra amenazas terroristas no existen cómodas soluciones por control remoto. Durante muchos años, Rusia ha sufrido frecuentes y terribles ataques por parte de grupos islamistas oriundos del Cáucaso Norte, de lugares nominalmente autónomos de mayoría musulmana como Chechenia, Ingushetia, Daguestán, Osetia del Norte, Kabardia-Balkaria y Karacháyevo -Cherkesia.
A pesar de todo el historial a sangre y fuego acumulado por el Kremlin en lugares como Grozni, el Cáucaso Norte y no Occidente sigue siendo el gran dilema para la seguridad de Rusia en virtud de una infalible mezcla de corrupción y violencia. Los miles de milicianos yihadistas desplegados desde la antigua URSS en Siria e Irak son más bien un síntoma, no constituyen la verdadera enfermedad. Sin que exista un remedio al alcance de Rusia por mucho que merme la geografía variable de Daesh.