Sorpresas
¿Va Rajoy a estar ausente de esa batalla? Sería tanto como dar por perdido cuanto ha luchado hasta ahora
Salimos a sorpresa por día y una de las mayores nos la dio ayer Rajoy abandonando la presidencia del PP. Nadie lo esperaba, al ser el aguante una de sus características y haber resistido todo tipo de tarascadas de los rivales y de los suyos. ¿Por qué lo ha hecho? Dado que es hombre reflexivo, solo cabe atribuirlo a lo que dijo: «Es lo mejor para mí, para el PP y para España». Como apunté hace días, Rajoy parece haber llegado a la conclusión de que cuanto podía hacer en política ya lo ha hecho, y prolongar su carrera, a más de inútil, puede ser dañino para todos. Tendrá que ser otro quien complete la recuperación económica e impida que España se rompa.
Aun comprendiendo sus razones, no las comparto. Dejar el cargo en un momento tan delicado como éste es dar las razón a sus enemigos, muchos de los cuales no son precisamente amigos de España. Es verdad que se equivocó al creer que evitar la bancarrota era el principal y único problema. Había otros, como el catalán, que requerían tanta o más atención. Tampoco haber sido desalojado del gobierno de forma anómala, aunque legal, lo justifica. Ahora, tenía que demostrar su valía como jefe de la oposición, aunque puede que haberlo sido una vez baste y sobre. Pero el momento es aún más crítico que cuando se hizo cargo de un PP destrozado por las bombas terroristas. Sánchez se dispone a gobernar con lo mejor del equipo González, lo menos malo del equipo Zapatero y el presupuesto del PP. Lo único suyo es el escuadrón que le fue fiel cuando su propio partido le quitó la jefatura. Fuera del fortín tiene a unos nacionalistas que no renuncian a la independencia. La primera batalla ya está anunciada: ¿se mantendrán en el presupuesto los 540 millones de euros extra que el PNV se embolsó por pasarlos, para echar luego al PP del gobierno? Pues éste puede impedirlo, al controlar el Senado. El PNV habla de «venganza». Cuando debería hablar de vergüenza. Traición con traición se paga. En cualquier caso, el primer gran espectáculo de la nueva época vamos a tenerlo cuando, en el Senado, Natalie Calviño, nueva ministra de Economía, salga a defender unos presupuestos «antisociales y lesivos para la clase trabajadora», según Sánchez. Aunque eso no será nada comparado con la trifulca que Borrell, nuevo ministro de Exteriores y acendrado antisecesionista, tendrá con la Generalitat por sus «embajadas» o los que el propio Sánchez va a tener «dialogando» con quienes solo quieren hablar de un referéndum de autodeterminación. Sí, ya sé, Sánchez va a refugiarse en la «agenda social», la pobreza infantil, la igualdad de sexos, el cuidado de los mayores y todo eso que vende tan bien. Pero Puigdemont, Torra, Iglesias y todos los que le han aupado a la Moncloa pidan su paga. ¿Va Rajoy a estar ausente de esa batalla? Sería tanto como dar por perdido cuanto ha luchado hasta ahora.
Noticias relacionadas